Las invasiones bárbaras
(Les Invasiones Barbares)
Jueves
30 de noviembre
2003 / Canadá, Francia.

Oscar a Mejor Pelicula Extranjera, Premios Cesar a Mejor Pelicula,
Mejor Director y Mejor Guión
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Duración: |
99 minutos, hablada en
francés con subtítulos en castellano. |
Dirección: |
Denys Arcand. |
Fotografía: |
Guy Dufaux. |
Música: |
Pierre Aviat. |
Guión: |
Denys Arcand. |
Intérpretes: |
Rémy Girard (Rémy),
Stéphane Rousseau (Sébastien), Dorothée
Berryman (Louise), Louise Portal (Diane), Dominique Michel
(Dominique), Yves Jacques (Claude), Pierre Curzi (Pierre) y
Marie-Josée Croze (Nathalie). |
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El
enfrentarse a la muerte, el mirar hacia atrás y aceptar
lo vivido, el papel fundamental que juegan para uno la familia
y las amistades, el respeto, la comprensión y el darse cuenta
que el tiempo avanza y el mundo cambia irremediablemente son los
principales tópicos de Las Invasiones Bárbaras, la
nueva e inteligente vía para diseccionar a la sociedad canadiense
por parte de Denys Arcand.
El director retoma a los personajes de una de sus películas
más conocidas -La Decadencia del Imperio Americano, 1986-,
para trasladarlos 17 años después a un mundo caótico
y que ellos no comprenden: un mundo invadido por el terrorismo, la
violencia, la globalización, los inmigrantes en cada esquina
y en donde sus ideales y creencias -que en la primera cinta defendían-
ahora no sirven de nada, incluso se ven como algo muy lejano.
Remy (Rémy Girard), un maestro de historia de Montreal, tiene
cáncer terminal y sus días están contados. Por
ello su ex mujer contacta a Sebastien (Stéphane Rousseau),
hijo de ambos, un hombre de negocios que vive en Londres, para que
acompañe a su padre en sus últimos días y de
paso la apoye en ese momento tan amargo. Sin muchos deseos, Sebastien
y sus esposa viajan a Canadá, para visitar a Remy en un pesadillesco
hospital público, sólo para continuar un enfrentamiento
- que aparentemente lleva ya varios años- entre padre e hijo,
entre otros motivos por la casi nula comunicación que han
tenido, que ha prevalecido hasta la fecha, y por pertenecer a dos
generaciones y órdenes sociales totalmente opuestos.
A pesar de esto, Sebastien cuida incasablemente a Remy y poco a poco
se da cuenta que probablemente ese choque que tienen ambos ya no
tiene razón de ser. El joven se desvivirá por atender
a su padre: contactará a sus amigos y amantes -el elenco restante
de la cinta original- y a su otra hija que vive en Europa y que mantendrá contacto
con Remy vía satélite por Internet; sobornará a
los directivos del hospital para que le otorguen una habitación
particular, pagando todos los gastos; cumplirá todos los caprichos
del moribundo y, en una muestra de apoyo extremo, conseguirá heroína,
una de las pocas drogas que pueden mitigar el dolor del enfermo,
por medio de Nathalie (Marie-Josée Croze), la hija drogadicta
de Diane (Louise Portal), antigua novia de Remy.
En Las Invasiones Bárbaras Remy acepta la muerte y la vida
que llevó. Es un viejo necio, mujeriego, que admite sin tapujos
que abandonó a su familia, que defiende su culteranismo. Es
un izquierdista irredento que no trata de remediar los varios errores
que ha cometido a lo largo de su vida. Está bien consigo mismo
y no busca pedir perdón a nadie ni reconciliarse con la vida
misma. Aun en sus últimas horas se da tiempo para burlarse
de sus ideales, sentirse atraído por la enfermera que lo cuida
o darle -paradójicamente- motivos para vivir a la joven Nathalie.
Asimismo Sebastien, aún apoyando a Remy, tampoco parece interesado
en iniciar un acercamiento más directo con su esquivo padre.
Con esto se demuestra que Arcand no sólo quiso presentar una
historia inteligente sino tener personajes complejos y humanos.
Probablemente tenga razón Remy cuando menciona que "la
humanidad es una sucesión de abominaciones, una larga cadena
de invasiones bárbaras", ya que la decadencia continúa
y ha alcanzado su momento mas álgido. Pero ante eso existe
otra invasión: la de la celebración por la vida; por
tener a tu lado a la familia, los amigos, los recuedos, las creencias,
los sueños, logros y fracasos. Frente a la incertidumbre que
no podemos combatir y sólo aceptar, lo mejor es mirar hacia
atrás y ver que hemos vivido como deseamos y con lo que queremos.
Alberto Acuña Navarijo.
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