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Der
Neunte Tag
Drama
2004 / Alemania, Luxemburgo
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Duración: |
95 minutos, hablada en alemán
con subtítulos en castellano. |
Dirección: |
Volker Schlöndorff. |
Guión: |
Eberhard Görner y Andreas
Pflüger. |
Montaje: |
Peter R. Adam. |
Música: |
Alfred Schnittke. |
Intérpretes: |
Ulrich Matthes, August Diehl,
Bibiana Beglau y Hilmar Thate. |
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Protagonizada por Ulrich Matthes, quien ya nos impactó por
su papel de Goebbels en La caída, cuenta la historia del
sacerdote católico Henri Kremer, prisionero en un campo
de concentración por no seguir las leyes racistas de Hitler
y amenazado con la muerte de su familia y compañeros si
no convence al obispo de Luxemburgo para que se comprometa con
el régimen nazi.
Basada en un hecho real, El noveno día muestra otra dolorosa
imagen de los campos de exterminio nazis en la II Guerra Mundial:
la situación de los curas católicos encerrados
por haberse mostrado contrarios a las leyes racistas de Hitler.
El guión se basa en los relatos autobiográficos
del sacerdote luxemburgués Jean Bernard, prisionero de
los nazis en el campo de concentración de Dachau, desde
mayo de 1941. Durante este período se le permite excepcionalmente
abandonar su prisión durante 9 días para asistir
al entierro de su madre. Esa es la versión oficial. Lo
que aparenta ser un gesto humanitario responde a un plan ideado
por un ambicioso oficial nazi, Gebhardt, quien ofrece al sacerdote
la libertad a cambio de traición: si el cura convence
al obispo luxemburgués, Philippe, de colaborar con la
administración nacionalsocialista, no deberá regresar
a Dachau. Tiene 9 días en los cuales deberá decidir
si traiciona sus principios, pero salva su vida y la de sus familiares,
o renuncia a la libertad y se mantiene en su idea.
El padre Bernard vivía en el llamado "Pfarrerblock" (bloque
de los sacerdotes) de Dachau, en el que entre 1939 y 1945 estuvieron
recluidos 2.579 religiosos de toda Europa. De ellos sólo
sobrevivió la mitad.
La película se centra especialmente en la interpretación
de los dos actores antagonistas y en las discusiones que mantienen
en ese escaso periodo de tiempo. Sólo dos intérpretes
excepcionales consiguen mantener ese duelo ante la cámara
y tener al espectador en tensión durante todo el largometraje.
Los brillantes diálogos, los excelentes actores y la valentía
de mostrar el horror de la vida en un campo de concentración
hacen de El noveno día una película imperdible.
El director Volker Schlöndorff asegura que es muy importante
para todos los europeos que “los nazis por fin hablen alemán
y no inglés”, en clara referencia a las escasas
producciones europeas frente a la industria americana y añade
que “es importante que las imágenes de los nazis
malos, al igual que las de los alemanes buenos, no lleguen solamente
del extranjero, sino que sean también producidas en Alemania.”
Cuando El noveno día se estrenó en Alemania las
autoridades eclesiásticas la aceptaron muy bien. El arzobispo
de Berlín, Georg Sterzinsky, manifestó que "es
una película importante, que hay que tomar muy en serio".
Schlöndorff asegura: "El libro me fascinó desde
el principio. Lo descubrí en la pantalla de una computadora
portátil durante unas vacaciones en Italia. Supe enseguida
que era algo para mí. Fue la primera vez que me sentí preparado
para hacer una película que mostrara al mundo un campo
de concentración nazi. Como muchos de mi generación,
siempre pensé que un retrato directo de los campos de
concentración no era posible. La película de Alain
Resnais Night and Fog, que no era un documental sino más
bien tenía el carácter de un ensayo, me pareció ser
la única manera de un posible retrato visual. Pero entonces
surgieron la serie Holocausto en televisión y los largometrajes
La Lista de Schindler, y más recientemente El Pianista.
Y nosotros los alemanes simplemente no nos podíamos esconder
detrás del tabú durante mucho más tiempo,
el tabú de que estos horrores no son descriptibles. Antes
o después, uno tiene que enfrentarse a ellos, pensé.
Pero sobre todo, este libro estaba descrito con tal definición,
sobriedad, sin ningún patetismo, por alguien que había
estado allí, el padre Jean Bernard. Él escribió este
testimonio en el verano de 1945 con una cierta distancia respecto
a su propio sufrimiento. Eso me conmovió. Mientras leía
su libro, el mero hecho de intentar imaginarlo me dolía.
Sabía que sería una película dolorosa, y
así es como intenté dirigirla".
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