Reportaje a Carlos Rodríguez, rector de la Universidad del CEMA

El Economista, Junio 27, 2003

"Aún veo mucha incertidumbre"

Para el ex viceministro de Economía, la Argentina atraviesa un período en que no se sabe muy bien hacia dónde va. Ni optimista ni pesimista, ve un panorama político complicado que permite que se avance no sólo en aquellas reformas que estaban pendientes desde antes que estallara la crisis en el 2002, sino además enfrentar los temas que se sumaron como consecuencia de ella.El Economista: –La mayoría de los economistas dan muchas chances de que Kirchner gobierne una fase del ciclo ascendente de la economía durante los próximos años, ¿comparte esta visión?

Carlos Rodríguez: –Bueno, yo diría que no estoy de acuerdo ni en desacuerdo con esa afirmación. Lo que sí pienso es que no existen los fundamentos para creer semejante cosa. Kirchner fue elegido sin propuesta económica y todavía no ha elaborado un plan, por lo tanto, profesionalmente no puedo hablar de crecimiento o decrecimiento. Lo único que podemos decir es que habíamos caído mucho y que como consecuencia de ello estamos en lo que se denomina un rebote técnico, que comenzó en el peor momento de la Historia argentina, en el 2002. A partir de ahí hay un tenue crecimiento que no está basado en mayores inversiones ni en un ajuste estructural o un cambio en las reglas de juego, sino más bien en que habíamos tocado fondo. Decir que habrá crecimiento durante los próximos años en todo caso parecería ser una afirmación gratuita.

E.E.: –¿Qué debería suceder para que así no fuera entonces?

C.R.: –Que de golpe y porrazo, en el marco de este acuerdo con el Fondo Monetario que posiblemente se negocie, ocurran dos cosas. Primero que Kirchner se ilumine y sepa lo que quiera hacer. Y segundo que consiga el apoyo político para llevarlo a cabo. Suponiendo que esto sea bueno, entonces lo mejor que podría llegar a suceder es que se logre una reestructuración de la deuda favorable para la Argentina de manera tal de generar confianza para que vuelva la inversión y eliminar la prohibición de tener desempleo. No puede ser que vivamos en una economía cuya tasa de desempleo está atada. Pero yo acá veo mucha incertidumbre y por ello ni tengo pronóstico para el año que viene. A Kirchner no lo conozco y Lavagna, a quien sí conocemos todos, está hace más de un año y muchas cosas aún siguen pendientes.E.E.: –¿Se refiere tanto a aquellas reformas predefault como las de la poscrisis?

C.R: –Este modelo está todo descalabrado. Tenemos la prima mayor del mundo, con una tasa de desempleo exorbitante, con piqueterés que rodean la ciudad, con 2.000.000 de planes trabajar para los pobres, con el default y todo eso, en fin, creo que no podés hacer la plancha. Si se consigue con el FMI un acuerdo de facilidades extendidas a tres años que incluya metas fiscales medianamente alcanzables y una oferta razonable de reestructuración de deuda, creo que eso cambiaría mucho el ambiente. Pero insisto, acá la economía está atada con piolines.

E.E.: –¿Y qué hay del avance en el frente fiscal logrado y que siempre se reclamó durante tanto tiempo en la Argentina?

C.R: –Bueno, es verdad que se ha hecho la reducción de gasto público más grande de las últimas décadas. Pero no fue por voluntad, porque que yo sepa acá no se despidió a nadie. Simplemente lo que sucedió fue que al haber inflación, dejar el gasto nominal congelado y subir los impuestos, ahora tenemos un superávit fiscal. Pero este saldo positivo no tiene acuerdo político, es algo de transición digamos. No fue propuesta por el Poder Ejecutivo y entendida y votada por el Congreso. Nada de eso. Acá lo que pasa es que el sistema político se encuentra en transición. Esperemos a que las filas de los distintos partidos se ordenen y veremos como los políticos comienzan a gastar la plata del superávit.

E.E.: –Pero esto tendrá que quedar acordado como para que no suceda así en el acuerdo con el Fondo...

C.R.: –Si es que hay acuerdo...

E.E.: –¿Cree que no lo va a haber?

C.R.: –Está dada la situación para que haya un acuerdo por una simple razón. El Fondo es uno más de nuestros acreedores y quiere cobrar. Y además con un planteamiento muy particular: pretende cobrar sin que le hagan quita. Cosa que al parecer el resto de los acreedores estarían dispuestos a aceptar algún tipo de quita. En principio, entonces diría que sí va a haber acuerdo. Pero por el otro lado recordemos que el Fondo es una institución que responde a más de 100 países, o sea que tampoco puede otorgar condiciones demasiado fáciles a un país, porque el resto se lo va a reclamar.

E.E.: –Respecto a que Kirchner no tiene ningún plan, ¿qué hay por ejemplo de los anuncios en materia de lucha contra la evasión que él hizo la semana pasada o la aparente firme decisión de avanzar hacia el Mercosur?

C.R.: –Veamos. Antes que nada quiero señalar que lo de la lucha contra la evasión hasta que no se traduzca en algo más que un mero anuncio, no me dice absolutamente nada. Respecto a lo del Mercosur, yo diría que too little, too late (trad: demasiado poco y encima tarde). Es decir, yo digo que si no se apuran, Brasil va a entrar al NAFTA de la misma manera que Chile ya lo hizo, y la Argentina se va a quedar con Bolivia y Paraguay. Esa es la verdadera realidad. Una decisión tardía y a contramano de la realidad. Hay que dejar los discursos latinoamericanistas a un lado.

E.E.: –¿Cree que se podrá lograr un superávit mayor ?

C.R.: –Ello va a depender mucho de lo que pase en el terreno político. Y en ese sentido, Kirchner no tiene poder en el Congreso. Pero tampoco tiene oposición. En realidad yo diría que no hay Congreso, o que no existe para fines prácticos. Mientras tanto yo creo que acá están pasando cosas que pueden salir para bien o para mal. Kirchner, por ejemplo, está encabezando un nuevo frente que yo lo llamaría de centroizquierda un tanto antimercado, muy latinoamericanista y anticapitalista comparado con otras izquierdas como las de Chile, España o Gran Bretaña, ¿no es cierto? Es decir, aquellos partidos son socialistas pero aceptan las reglas de juego capitalistas.

E.E.: –¿Cree que el hecho de que asuma un gobierno de centroizquierda luego de haber ya explotado la crisis le da más oxígeno?

C.R.: –Puede ser, pero primero habría que ver hasta cuándo le dura ese oxígeno, porque ya hay indicios que muestran que la economía va saliendo del rebote por la crisis. Y es muy difícil ver de dónde va a venir la reactivación. El clima parecería estar ideal porque el peronismo está en ebullición. Esta nueva izquierda pueda forjar una polarización pero falta que la derecha se organizara. Fíjese que en el mundo civilizado existen dos partidos principalmente: los laboristas y los conservadores, o como quiera llamarlos. Pero ambos aceptan las reglas de mercado. Los dos creen en un capitalismo y un sistema político honesto. Y eso acá no ha pasado para nada. Lo único que surgió ahora es que el justicialismo se unió al Frepaso y nació una izquierda un tanto más sensata que las de antes. Pero la centroderecha sigue sin aparecer.

E.E: –¿Y Ricardo López Murphy?

C.R.: –Yo creo que López Murphy es radical. Y su partido Recrear, cada vez tiene más a acercarse a incorporar gente del radicalismo...

E.E.: –¿Qué opinión le merece el anuncio de política económica por parte de las autoridades del Banco Central de fijar metas de inflación?

C.R.: –Que creo que va a durar tanto como la independencia del Banco Central. En un país como la Argentina, donde uno no sabe si se va a pasar de una deflación de 10 a una inflación de 800 puntos, creo que hablar de inflation targeting es como preocuparse por el sexo de los ángeles. ¿Cómo van a sostener esa política si resulta que de pronto le cae la recaudación a Lavagna y Kirchner necesita plata para las próximas campañas políticas? Nuestros diputados no sólo no saben qué es el concepto inflation targeting sino que además creo que ni deben entender la traducción. Además se requieren estudios muy avanzados para estimar por ejemplo la demanda por dinero. Para que se den una idea en la Reserva Federal existen cientos de PhD en economía que estudian esto. Creo que en nuestro Banco Central no debe haber más de 4 o 5. Esto da una idea de que estamos a años luz de poder instrumentar esto y que tenga entendimiento y consenso político.

E.E.: –¿Y que opina de la decisión de mantener el tipo de cambio cerca de 2,90 o 3 pesos?

C.R.: –A esta altura no tengo una propuesta monetaria muy sofisticada salvo la de mantener la flexibilidad, no hacer grandes experimentos y esperar que el resto se estabilice. Pero suponiendo que la economía se siga monetizando, el Gobierno entonces no debería gastarse el producto de esa monetización, sino que sería más consistente si la autoridad monetaria mantuviese el valor del dólar. En lugar de comprar títulos públicos que compre divisas que luego podrían servir para reestructurar la deuda.

E.E.: –¿No cree que hay un sesgo ideológico detrás del debate por el nivel del tipo de cambio?

C.R.: –Bueno, no es ideológico, sino más bien de intereses. El rol de los lobbys es siempre tratar de mantener alto el precio de su producto. Pero yo no lo llamaría ideológico, sino más bien de intereses. Ahora hay gente que piensa que se crece con un tipo de cambio alto. Y yo más bien creo que se crece ahorrando y cuidando las instituciones del sistema capitalista. Esta es la clave. Es el único sistema que a lo largo decientos de años ha demostrado producir crecimiento económico. Ahora que esto ocurra con un dólar alto o bajo, no me parece que sea la clave. En todo caso demuestra que hay intereses creados y por eso es importante defenderse de los lobbys. En todo caso los lobbys pueden ser regulados, como ocurre en Estados Unidos, pero cuando comienzan a moverse por debajo de la mesa, negociando con diputados o jueces, entonces ya las manos de los gobernantes quedan atadas a ciertos sectores.

J. R. y E. B