Economico
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Domingo 18 de mayo de 2003
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PRIMER NIVEL
El mercado del crédito

Sin reconstruir el mercado del crédito no hay posibilidad de empujar a los emprendedores. José Dapena, profesor de Economía y Finanzas de UCEMA, analiza la influencia sobre la movilidad social que debería tener una cuidadosa reconstrucción de un mercado donde unidades excedentarias y deficitarias en términos de ahorro pudieran, de común acuerdo, acordar el debido nivel de financiamiento de la inversión productiva.

José Dapena
 


La democracia debiera facilitar un ambiente propicio a la movilidad social ascendente de los habitantes, de manera que las familias de bajos ingresos pueden progresar económicamente como fruto de su esfuerzo. La educación es uno de los pilares de esa movilidad social. El otro es el desarrollo económico, que unido a los grandes cambios de la economía crean oportunidades de negocios susceptibles de ser aprovechadas a través de la iniciación de proyectos de inversión.

Cuando se detectan y aprovechan estas nuevas oportunidades, se realimenta el crecimiento de la economía en un círculo virtuoso. El hecho de movilidad social se obtiene cuando los agentes impulsores son familias limitadas en sus recursos, que complementan su trabajo con capital ajeno; su limitación principal se origina en la falta de capital, por lo que requieren de financiamiento, instrumento escaso en una economía con restricciones al crédito.



Crédito, el trampolín

En consecuencia si los miembros de la comunidad no se encuentran en igualdad de condiciones para aprovechar con su trabajo las oportunidades de negocios que les permitan cierta movilidad social, entonces las posibilidades que les brinda la economía para progresar en su situación económica a través del propio esfuerzo son limitadas(reducidas en muchos casos a actividades delictivas o a través de la política).

Un contexto económico con restricciones de crédito tiende a beneficiar a los ya poseedores de capital, que pueden aprovechar mejor las oportunidades de negocios creadas a partir del cambio de precios relativos de nuestra economía, acentuando el ya grave carácter regresivo de distribución del ingreso, debido a que el poseedor de capital se encuentra en mejor situación relativa para explotar las inversiones mientras que quien no lo posee se encuentra dificultado de aprovechar su iniciativa.

El mercado de crédito actúa en este caso de manera imperfecta al no conectar eficientemente ahorro con inversión. La solución de este problema no pasa obviamente por una redistribución coercitiva y expropiatoria del capital porque después de un cierto período el problema surgiría nuevamente e irresoluto (el respeto a los derechos de propiedad es una premisa básica para la existencia del crédito). El gran desafío es, por lo contrario, facilitar las condiciones de acceso al mercado del crédito, logrando igualdad de condiciones en el acceso voluntario al capital, de manera que el crédito sea dirigido de mutuo acuerdo entre las partes a quien se encuentra en mejor posición de explotarlo.

En esta tarea no se puede asumir que el mercado (en este caso de crédito para inversión) naturalmente existe; Douglas North fue premiado con el Nobel justamente por desafiar en el análisis económico el supuesto que los mercados existen, respecto del concepto que los mismos deben ser desarrollados a partir de instituciones (donde si estas fallan los mercados se derrumban o funcionan de manera ineficiente). La clase burguesa surge cuando los medios de producción se masifican, y el crédito y el capital se encuentra disponible en el mercado para ser utilizado por emprendedores con ideas claras de explotación de negocios. Si no se desarrolla el mercado de crédito para inversión, los beneficios del crecimiento económico no se repartirán progresivamente entre los actores de la economía. En este desarrollo, cabe tener en cuenta las siguientes consideraciones.

En mercado de crédito para inversión, el sistema bancario transaccional, por la naturaleza de su negocio y del tipo de ahorros que capta (principalmente de corto plazo a través de cuentas corrientes, cajas de ahorro y plazos fijos), no está estructuralmente posibilitado para brindar financiamiento de mediano y largo plazo. El crédito originado en estos depósitos es dirigido principalmente a financiar consumo a través de descubiertos de cuentas y tarjetas de crédito; y es ineficiente su uso en actividades de inversión, generalmente crédito de mediano y largo plazo, dado que existe un descalce en los plazos, que hace vulnerable al sistema frente a crisis de confianza. En general en economías mas desarrolladas esta función es satisfecha por el mercado de capitales que adicionalmente brinda oportunidades de diversificación de los ahorros a los ciudadanos (distinta hubiese sido la historia del congelamiento de los depósitos si gran parte de los ahorros de la clase media se hubiese encontrada diversificada en instrumentos diferentes al plazo fijo, con el beneficio extra que resta presión de demanda sobre el dólar como depósito de valor), ocupándose de conectar el ahorro de capital con la necesidad de inversión del que quiere explotar negocios.

En este análisis, la generación de ahorro interno cumple también un papel extremadamente importante. La insuficiencia del mismo hace a la economía extremadamente vulnerable a cambios en los escenarios económicos y en las variables financieras internacionales, ya que gran parte de la inversión y el consumo son financiados con ahorros externos. Frente a un escenario de retracción internacional de capitales, unido a una situación comprometida de default internacional, el ahorro externo se hace escaso, haciendo necesario su reemplazo por la construcción de ahorro interno. Si consideramos que a nivel internacional también puede existir racionamiento del crédito, observamos que dicha situación privilegia las economías que cuentan con generación interna de fondos. En su momento la constitución del sistema de jubilaciones y pensiones privadas fue un acierto en este sentido, mal utilizado al continuar financiando excesos del gasto de gobierno a través de compra de títulos públicos (asignando recursos de la misma que cuando existía el sistema de reparto) y dificultando la diversificación internacional de esos ahorros.



La falta de ahorro

El problema del crédito y de la falta de ahorro en nuestro país tiene larga data, y ha sido la reacción natural a expropiaciones y licuaciones de valor de activos como consecuencia de malos manejos y conductas oportunísticas de diferentes gobiernos. La reversión de este fenómeno comienza por la generación de ahorro por parte del Gobierno (el déficit del gobierno absorbe ahorros de la economía, agravando los problemas de acceso al capital en situaciones de restricción de crédito) lo que incentiva conductas de ahorro por parte de la población al contar con escenarios económicos de mayor certidumbre, complementado a través de una política activa de educación y difusión de la virtudes del ahorro, sobre todo en escuela y universidades. El nivel de ahorro interno se ha encontrado en promedios históricos de 10/11% del PBI. La economía estadounidense, por ejemplo, ahorra poco también, pero en su mercado de capitales recibe ahorros del resto del mundo. En nuestro caso un objetivo razonable de mediano plazo sería llevar el nivel de ahorro agregado a alrededor del 20% del PBI.

El desarrollo de mercado de crédito para inversión es una tarea necesidad en nuestra economía, sobretodo frente a la tarea de reconstruir la clase media. La movilidad social ascendente de los habitantes en la comunidad se hace mas dinámica cuando pueden complementar sus habilidades con capital ajeno, encontrando y explotando inversiones rentables y compartiendo la riqueza creada, revirtiendo de esta manera el fenómeno observado de distribución regresiva del ingreso en la población. De esta manera se contribuye a un crecimiento económico mas equitativo cuyos beneficios son distribuidos por toda la economía.


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