LA NACION convocó a cinco economistas a quienes les realizó tres preguntas.
1. ¿Cuál considera usted que es el nivel adecuado de reservas que debería tener el Banco Central?
2. ¿Qué calculo puede realizar sobre el nivel de deuda que puede emitir
el BCRA para sacar dinero del mercado sin que haya riesgo
inflacionario?
3. Según su visión, ¿el actual proceso de acumulación de reservas es sano para la economía?
Eduardo Curia
1.
Depende de varios factores. En especial, del tipo de economía
involucrada, de la estrategia económica elegida y de la visión que se
tenga acerca de los posibles shocks externos.
En el caso argentino, una economía en desarrollo, que centra
su estrategia de crecimiento en el tipo de cambio competitivo y que
busca fuertes reaseguros ante los posibles shocks, como premisa básica,
la acumulación de reservas tiene un dilatado sendero a disposición. En
un modelo económico internacional teórico de "tres regiones": la de los
Estados Unidos; la de los flotistas "puros" y la de las naciones que
defienden el tipo de cambio y empuñan fuertes "colaterales", la
Argentina integra, sin eufemismos, esta última región.
En cuanto a posibles "usos alternativos" de las reservas -que,
a la postre, equivalen a no tenerlas-, en caso de admitirse un uso muy
sobrio y acotado, la prioridad sería aplicar tales fondos a la
negociación con el Club de París para concluir de una vez con este
asunto pendiente y tornar aun más expedito el frente externo, con las
implicancias internas positivas evidentes.
2. La estrategia económica, al revés de la sabiduría
convencional, persigue correctamente objetivos simultáneos de tipos
reales de cambio (alto) y de interés (bajo). Computando además un
objetivo local de estabilidad de precios en la proporción que le
corresponde al BCRA, cuadra la esterilización monetaria por medio de
los pasivos remunerados a modo de contraparte de la acumulación de
reservas.
El límite es que no se derive en quebrantos de importancia.
Hoy por hoy, el proceso de esterilización en el país se halla con
cierto apremio, con ganancias del Central que parecen acotarse.
3. En líneas generales, el nivel de reservas es
adecuado. Sí, se observa cierta "crema redundante" en el esfuerzo de
compra que hace el BCRA del superávit cambiario privado, devenida de
los exiguos dólares que compra el Tesoro en el mercado libre de cambios
y de la afluencia de dólares del hot money (abierto o disfrazado), con
un control de capitales asimilable a un colador.
La evolución de la acumulación de reservas del BCRA debería calibrarse corrigiendo dichos aspectos.
Roque Fernández
1. Con una política de
tipo de cambio fijo como está actualmente, que es una convertibilidad
de 1 a 3,10, hay que hablar de reservas netas, es decir que no hay que
considerar como reservas todo lo que es deuda.
Creo que la mitad de esos 40.000 millones de dólares
anunciados es deuda. Desde ese punto de vista, calculo que habría que
tener un porcentaje del 60% sobre la base monetaria en reservas netas.
Un país con la volatilidad que ha tenido la Argentina tiene
que manejarse con un porcentaje alto como éste. No tiene sentido
acumular reservas a costa de emitir deuda.
2. No estoy de acuerdo con que el Banco Central emita deuda.
Mi respuesta sería cero, porque cuando se reformó la carta
orgánica y se le permitió endeudarse a la entidad monetaria, yo no
estuve de acuerdo.
3. No es sano porque se compran reservas emitiendo
deuda, y esto es peligroso, porque lo que el BCRA tendría que hacer es
emitir pesos, no deuda.
Endeudar al BCRA significa que está poniendo una contingencia
futura de esa deuda sobre las reservas. Por más que se argumente que
los dólares de las reservas se colocan a una tasa de interés similar a
la que paga la deuda del Central, en momentos en que se termine la alta
liquidez internacional lo que va a pasar es que la tasa de interés de
la deuda del BCRA va a ser significativamente más alta que la tasa de
interés que cobra sobre las reservas y se va a generar un déficit
cuasifiscal que pone una dinámica perversa en el sistema.
Las tasas son parecidas en momentos de alta liquidez, pero
donde se diluye la liquidez, la que paga el BCRA va a ser más alta. No
creo que esto pase muy rápido, pero sabemos que esto no es sostenible
en el largo plazo.
Luis Secco
1. La acumulación de
reservas puede ser vista como la compra de un seguro frente a
potenciales shocks externos. Cuanto más vulnerable es un país a tales
shocks mayor será el nivel de reservas adecuado.
Un indicador muy utilizado resulta de considerar como
apropiado un stock de reservas que cubra la deuda externa (pública y
privada, o al menos sólo la pública) que amortiza en el lapso de un
año. Si éste fuera el indicador elegido tenemos alrededor de tres veces
más de lo necesario.
Pero también, la acumulación puede ser la consecuencia de una
política de apuntalamiento de la "competitividad" externa a través de
un tipo de cambio débil o depreciado. Lo que importa es saber cuáles
son los costos que origina la acumulación de reservas. Porque tal
política no es gratuita.
2. Hasta el momento la acumulación de reservas tuvo
como contrapartida tanto un aumento de la demanda nominal de base
monetaria como emisión de deuda. Pero vino teniendo una importancia
creciente: en lo que va del año, el stock de letras y notas aumentó
casi un 45%, y representa actualmente un 35% del pasivo total del BCRA.
Producto de esta suba en la participación de los instrumentos
de deuda, el superávit cuasifiscal del BCRA declinó; y, de continuar
con el ritmo actual, el año terminará en terreno negativo. Hablar de
déficit cuasifiscal nos retrotrae a momentos difíciles y no tan lejanos
de nuestra historia hiperinflacionaria. Por ahora, no hay que
alarmarse. Todavía hay margen para seguir emitiendo deuda, aunque la
pregunta relevante es para qué; cuál es el sentido de incrementar las
reservas cualquiera sea su costo y los riesgos.
3. Las reservas marcan nuevos récord todos los días;
los indicadores de adecuación más utilizados señalan que superan los
niveles apropiados; el balance del BCRA se deteriora y se aproxima a
generar un resultado cuasifiscal negativo por primera vez en varios
años. El BCRA debe cesar de acumular reservas al ritmo actual. Este
esquema no puede continuar indefinidamente.
José Dapena
1. Siempre es preferible
tener más reservas que menos, aunque el nivel adecuado es aquel
alineado con un tipo real de cambio de equilibrio dado que existe una
interacción entre tipo de cambio real y nivel de reservas.
La acumulación de reservas en el actual contexto surge de un
tipo real de cambio artificialmente alto con respecto a su nivel de
equilibrio, que termina impactando en los precios internos a través de
la inflación, efecto que se atenúa por el alquiler de reservas
financiado con Lebac y su respectiva tasa de interés.
2. El principal riesgo es de inflación, que para neutralizarlo hay que subir la tasa de interés.
Las expectativas relevadas muestran que se espera que sigan
subiendo en los próximos doce meses, para situarse en 11 por ciento. La
emisión de deuda a través de Lebac para esterilizar parcialmente
compras de divisas implica estar "alquilando" las reservas.
El BCRA "alquila" reservas por más de US$ 15.000 millones y
paga a cambio una tasa de interés de alrededor del 8% anual a 90 días y
más del 10% a plazos mayores. Este es el costo del alquiler de las
reservas que son colocadas a tasas más bajas.
3. No es sano, el tipo de cambio real no lo determina
el Gobierno, surge de los mercados y es el reflejo de las condiciones
económicas locales e internacionales.
Intentar mantener el peso devaluado implica ajustar por
inflación y no por tipo de cambio; sin embargo, el resultado real
tiende a ser el mismo.
El ejemplo más concreto de la situación inversa es Brasil con la apreciación de su moneda.
Asimismo, un real fuerte más un peso débil implica que las
empresas locales están a precios atractivos para los inversores
brasileños.
Esa tendencia ya se ha evidenciado en las compras hechas por
empresarios de ese país en la Argentina, y no existe evidencia
significativa de que un tipo real de cambio más alto haya impactado de
manera significativa en el volumen de exportaciones.
Miguel Kiguel
1. En el mundo actual
el nivel de reservas adecuadas está más relacionada con los flujos de
capitales y con la necesidad de mantener la estabilidad financiera que
con los niveles de importaciones.
En el caso argentino, los vencimiento de deuda externa son
relativamente pequeños en los próximos años con lo cual el nivel actual
de reservas que supera los 40 mil millones de dólares parecería ser
suficiente para dar tranquilidad a los inversores externos y mantener
la estabilidad financiera.
2. La contracara del aumento en las reservas
internacionales es el incremento en la deuda del BCRA. Esta deuda se
utiliza para esterilizar los pesos que emite el central para comprar
dólares, con lo cual se trata de evitar el impacto inflacionario de la
intervención en el mercado de cambios. O sea que las reservas se
compran con deuda interna principalmente con Lebac y Nobac.
Hoy el stock de estos títulos está cercano a los US$ 20.000
millones, lo que representa la mitad de las reservas. El costo de
acumular reservas es relativamente bajo, dado que las mismas tienen un
rendimiento esperado en pesos del orden del 8 o el 9% anual, que es
apenas un punto porcentual más bajo que el costo de la deuda que se
emite para comprarlas.
Pero en el futuro seguramente habrá un costo cuasi-fiscal en
la medida que el peso se siga apreciando en términos reales y pasemos
de un escenario de tasas de interés reales negativas a otro con tasas
reales positivas. En ese caso, es de esperar que el costo de la deuda
supere en varios puntos porcentuales el retorno que se obtenga por las
reservas internacionales.
3. Toda economía que crece y que aumente el volumen
de transacciones financieras y de comercio internacional debería
aumentar su stock de reservas internacionales. Más reservas implica un
mayor nivel de liquidez y por lo tanto reduce la vulnerabilidad externa
de la economía.
El principal aspecto por monitorear es que la adquisición de
reservas no genere un costo financiero importante ni que cree un nuevo
frente de vulnerabilidad, como sería un alto nivel de deuda interna de
corto plazo.
La Argentina no ha tocado ninguna de estas dos luces amarillas
aún, pero sin duda va a ser un aspecto que habrá que monitorear en el
futuro. Sin embargo, existe un riesgo, y es que por razones políticas
se haga una mala utilización de las reservas, ya sea financiar gasto
público u obras de infraestructura, lo que desvirtuaría el objetivo de
éstas.