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Por qué no hay crédito (II) |
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Por José Pablo Dapena
MSc
London School of Economics. Profesor Asociado Full Time en Economía y Finanzas
UCEMA. Secretario Académico. Maestría en Dirección de Empresas UCEMA. Miembro
Comisión Ejecutiva Fundación Bolsa de Comercio de Buenos Aires. Se desempeñó
en diferentes actividades en Liggett Argentina SA. Organización Bagó, Control
Federal de Ahorro del Ministerio de Justicia, Fundación Banco Mayo y Laham
y Asociados. Otras columnas del autor
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El
crédito es respaldado por dos elementos: el principal es el flujo de fondos
futuros que permite repagar el crédito; el segundo, las garantías que se
ofrecen, con la posibilidad de reclamar judicialmente.
En este contexto,
el segundo punto a tratar en la agenda de restauración del crédito es la
definición de la moneda en la que los mismos se contratan.
Hemos visto
los resultados desastrosos de conceder masivamente créditos en una moneda
a clientes cuyos ingresos que permiten repagarlo se encuentran en otra moneda,
frente a una corrida cambiaria y bancaria, con la tremenda redistribución
de renta que ello conlleva frente a cambios en los precios relativos.
Dado
que la mayor parte de la población y las empresas recibe sus ingresos en
moneda local, y que se descarta la adopción de una moneda externa como medio
de cambio, el crédito debiera estar denominado en la moneda local.
El
gran inconveniente que se presenta es la confianza en dicha moneda. Como
resultados de décadas de déficit fiscal financiados por emisión monetaria,
la moneda argentina se ha hecho acreedora de una poco envidiada reputación,
convalidada por los trece ceros que se le han sacado en más de 40 años.
Instituciones
respetadas e independientes de los hombres públicos, más un presupuesto consolidado
a nivel federal en equilibrio o con superávit, permite despejar incertidumbre
sobre potenciales conductas oportunísticas.
Se pudo hacer con el marco,
no hay motivos para que no se haga con el peso; llevará tiempo, pero soluciones
fáciles no son creíbles ni duraderas.
Un instrumento que puede facilitar
la tarea de restitución de confianza en la moneda frente a manejos discrecionales
que pueda hacer el Gobierno de turno son: un Banco Central realmente independiente
y preocupado por defender el valor de la moneda; y la elaboración de un presupuesto
quinquenal -actualmente es anual- que condicione el gasto presente y futuro
de gobierno con respecto a sus ingresos, generando ahorro público, sujeto
a revisión todos los años cuando se vota la ley en el Congreso.
Este instrumento también sería de muchísima utilidad en el proceso de reestructuración de la deuda.
Este
tipo de medidas permitiría lentamente ir restaurando la confianza en nuestra
moneda, y reconstruyendo su reputación, a la vez que brindaría un marco de
previsibilidad a la política de gobierno.
En ello ha sido de mucha
utilidad que los tenedores de dólares hayan tenido que registrar una pérdida
por la reciente apreciación del peso, lo que enseña que no siempre tener
crédito en pesos es un mal negocio.
La existencia del tipo de cambio
flexible permite generar incertidumbre, lo que provoca que para ciudadanos
aversos al riesgo, que efectúan su consumo pagando en pesos, sea preferible
contar con certeza del repago del crédito en la misma moneda, estando la
incertidumbre reflejada en la tasa de interés.
Madurez del crédito
El tercer elemento necesario para la existencia de crédito pleno es el calce de plazos entre inversión y crédito.
El
crédito para la inversión tiene la particularidad que debe ser de mediano
o de largo plazo, es decir que el sistema financiero no puede captar ahorros
del público en la forma de plazos fijos de corto plazo para financiar este
tipo de inversiones necesarias para el crecimiento.
Para ello la solución apropiada es el desarrollo de los mercados de capitales como alternativa de financiamiento.
Esto
no significa que el ahorrista deba necesariamente inmovilizar sus ahorros
en el mediano o largo plazo, dado que con suficiente liquidez en el mercado,
siempre puede liquidar sus inversiones al precio de mercado.
El mercado
de capitales complementa al sistema de intermediación bancaria en el proceso
de canalización de ahorros hacia inversión y su principal función es proporcionar
liquidez a instrumentos de inversión. |
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