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 Salta, domingo 26 de mayo de 2002. República Argentina  


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Opinión
¿Un hospital de bancos?

José Pablo Dapena,
profesor de Economía y Finanzas de la UCEMA

Son horas bastantes complicadas para el sistema financiero. De hecho, son horas decisivas. Un banco de inversores canadienses está suspendido. Tres bancos propiedad de un banco francés está con problemas. Y de hecho son mas los bancos que se encuentran en graves problemas, por lo que el responsable del Banco Central ha propiciado la creación de un "hospital de bancos" que permita "atender" a los mismos. 
Sin embargo para llevar a cabo esta tarea, heredada del "corralito" y del "corralón", es necesario tomar medidas que afectan económicamente a alguna de las partes involucradas. Si se cierra un banco, los accionistas se quejan de que podría haberse mantenido abierto y al cerrarlo se les causó un gran perjuicio económico por lo que inician juicios. Si no se lo cierra, y se demora la decisión, los ahorristas inician juicio porque dicen que si se lo hubiese cerrado antes se podría haber evitado un vaciamiento de la entidad. Si se le dan redescuentos para mantenerlo abierto, la sociedad en su conjunto pierde porque se utilizan recursos públicos para sostener una actividad ineficiente, y después el propio gobierno puede llamar al comparecer al presidente del Banco Central para que explique esta ineficiencia. Es lógico que quien tiene que tomar estas decisiones busque algún tipo de soporte, para que después no sea corrido por jueces mediáticos o congresales ansiosos de "cazar brujas".
El corralito nunca debió de haber existido. Fue, en décadas, el peor daño que se le pudo hacer a la Argentina (y eso que aquí pasaron muchas cosas), siendo después agravado por la devaluación, y la pesificación asimétrica. Pero, como corresponde en estos casos, el daño está hecho, y hay que solucionarlo. Una de las alternativas que han propuesto algunos extremistas económicos (pero que no se dice en voz alta) es emitir dinero para dar pesos a todos los depositantes y levantar completamente el "corralito". Esto generaría una hiperinflación que duraría unos meses, y luego el nivel de precios, a un nivel mucho mas alto, y sin emisión adicional de dinero, no tendría presiones para seguir creciendo. Esto implicaría según algunos analistas un dólar a $ 8 aproximadamente. Los que proponen esta alternativa dicen que se haría mucho daño de una vez, y que después las expectativas cambiarían, con un sistema financiero saneado (sin considerar la turbulencia social que generaría esta situación y que nadie quiere correr con el costo político de esta decisión). 
Otra alternativa es la emisión de un bono para los plazos fijos, liberando las cuentas corrientes y cajas de ahorro (dinero transaccional). Esto llevaría el dólar a un valor de $ 4/5 quedando pendiente de resolución de manera judicial el canje forzoso de plazo fijos por bonos, lo cual sigue dejando una cuenta pendiente. Esta es la alternativa mas equilibrada, pero con tantas idas y venidas por parte del ejecutivo, se ha eliminado el efecto inmediato de aplicación (si se hubiese aplicado en Diciembre de 2001, otra hubiese sido la historia). Una solución de mercado (y en ese sentido mas eficiente que la desastrosa intervención estatal en este tema) es que cada banco emita sus propios bonos por los ahorros depositados, negociando con los ahorristas y permitiendo el libre traspaso de fondos de entidades (con una tasa de descuento negociada). Aquellos bancos mas eficientes y capaces de responder por los ahorros recibirían depositantes de otros bancos, y el sistema se autodepuraría, eliminando las instituciones ineficientes (algo que obviamente perjudicaría a los depositantes y accionistas de esos bancos, pero la economía funciona cuando los eficientes ganan).Una tercera alternativa es mantener o eventualmente profundizar el "corralito" lo que lleva a una restricción del crédito que frena cualquier proceso de reactivación. 
La solución debiera pasar por un acuerdo que involucre a los bancos que piensan quedarse en el país, con prescindencia de su origen, y no con los que amenazan con irse. El sistema financiero que viene representará una décima parte de lo que fue previamente, no existiendo en consecuencia espacio para todas las instituciones que están operando (la cantidad de gente empleada en bancos caería a la mitad de la que se encuentra trabajando en estos momentos), lo que conllevará cierres de bancos y eventuales absorciones por otras entidades.

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