Senado de la Nación

Mesa de Entradas

-2 SEP 1999

Sec. 5 Nº 1492/99 Hora: 11.30

PROYECTO DE DECLARACION

El Honorable Senado de la Nación

DECLARA

1º. Su más enérgico repudio a las declaraciones del ex viceministro de Economía y actual director de la Universidad Centro de Estudios Macroeconómicos Argentinos (CEMA), Carlos Rodríguez, quien durante una disertación pronunciada en el IV Simposio Internacional de Economía realizado la semana pasada en Buenos Aires, afirmó la necesidad de cerrar el Senado de la Nación y reducir la Cámara de Diputados a no más de treinta miembros, por considerar a ambas instituciones como "una fuente de trabajo para políticos desocupados", en abierta contradicción con lo que dispone nuestra Constitución Nacional y la vigencia del régimen de gobierno representativo, republicano y federal que hemos sostenido los argentinos desde 1853 al presente, con la desgraciada excepción de los gobiernos dictatoriales surgidos de golpes de estado con los que vulneró la decisión ciudadana mediante el empleo de la violencia.

2º. Invita a la Honorable Cámara de Diputados de la Nación a pronunciarse en el mismo sentido.

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FUNDAMENTOS

El pasado miércoles 25 de agosto, y en el marco del IV Simposio Internacional de Economía, organizado por la Asociación de Amigos de la Universidad de Tel Aviv, donde se congregaron los más destacados profesionales de esa ciencia, a efectos de analizar la marcha de la economía argentina, el ex viceministro de Economía y actual director de la Universidad Centro de Estudios Macroeconómicos Argentinos (CEMA), Carlos Rodríguez, abandonó el tono académico de ese encuentro para embestir contra la democracia que hoy gozamos, recuperada a tan alto costo de sangre como el que nos impuso la dictadura militar instaurada el 24 de marzo de 1976.

En una parrafada que recuerda los peores momentos de nuestra historia afirmó que "El Congreso es inmanejable. Es una fuente de trabajo para políticos desocupados. El Senado directamente habría que cerrarlo y en Diputados no deberían quedar más de treinta personas". Más adelante continuó en su embestida contra el Poder Legislativo, cuando enfatizó que "El Congreso sólo sirve para repartir pensiones graciables y contratar ñoquis. El problema de la Argentina es el Poder Legislativo".

El clásico ataque a los políticos se completó con una frase paradigmática: "Los políticos se ponen a trabajar o nos hundimos. Los ATN, las jubilaciones de privilegio, las pensiones graciables son irritantes. Hay que terminar con todo esto", para agregar a continuación "No con un golpe militar sino con un partido político fuerte que haga funcionar las cosas como deben ser".

Ese epígono local del más rancio elitismo antidemocrático, que en su momento fue funcionario de la dictadura militar más sangrienta que conoció nuestro país, y que hoy puede usufructuar la más amplia libertad de expresión de que se tenga memoria en la moderna historia institucional argentina, olvida algo elemental y propio de la instrucción cívica que se enseña en las escuelas, y es la vigencia de la división de poderes y del federalismo, que constituyen elementos fundamentales de nuestra organización constitucional.

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Pareciera que el grado universitario logrado en la Argentina y el doctorado obtenido en la Universidad de Chicago, Estados Unidos de América, no le han servido para entender algo tan básico como lo que prescribe nuestra Constitución y que tanta sangre obligó a derramar para hacerlo realidad. Rodríguez no sólo atropella a la democracia con sus inaceptables expresiones, también agravia su propia condición de profesional de la economía, demostrando que para algunos de estos tecnócratas la ley es un estorbo y la democracia un obstáculo con el que hay que convivir. Tomando las palabras del Premio Nobel de Economía, Paul Samuelson, esos economistas en realidad adhieren a una suerte de "fascismo de mercado", donde sólo prevalece la voluntad del poder económico concentrado y los mecanismos institucionales son tan sólo reglas transitorias que deben ceder frente a las exigencias de los así llamados mercados, aunque en realidad se trata de imposiciones que benefician a hombres de carne y hueso que detentan un gigantesco poder de coacción económica.

Las altas funciones que este personaje ha ocupado en el gabinete nacional –fue nada menos que viceministro de Economía- hacen aún menos explicable esta agresión al sistema en que vivimos y por ello deben ser repudiadas enérgicamente. Este repudio no sólo debe extenderse a la Cámara de Diputados de la Nación, también afectada directamente por esas expresiones, sino que el mundo académico y profesional debe pronunciarse claramente rechazando tales declaraciones como una forma de respetar el rol que en toda sociedad moderna le corresponde a los intelectuales y profesionales, precisamente los más beneficiados por un sistema de enseñanza que sostienen todos los argentinos.

Es absolutamente intolerable que se acepte en silencio lo que algunos califican livianamente como una "provocación". Rodríguez es lo suficientemente adulto y formado como para entender los alcances de sus afirmaciones antidemocráticas y ya ha pasado con creces la edad de las provocaciones adolescentes. Ahora debe hacerse cargo de sus palabras y cargar con el costo de un repudio masivo. 

Firma

JORGE A. VILLAVERDE

SENADOR DE LA NACION