Perspectivas (CEA)

Competencia por Recursos: Agricultura y Ganadería 1990-2022

Autor
Marcos Gallacher
Mes/Año
11/2024
Competencia por Recursos: Agricultura y Ganadería 1990-2022

El último párrafo del excelente libro de Jaime Rovira (Reproducción y manejo de los rodeos de cría. Ed. Hemisferio Sur), me quedó siempre presente pese a que lo leí, por primera vez, recién graduado de la Facultad de Agronomía: “El día que el productor uruguayo disponga de reservas forrajeras almacenadas para sus animales, automáticamente se resolverán muchos de los problemas en el manejo del rodeo (…)”. Rovira se refiere a la ganadería uruguaya, sin embargo, sus observaciones de hace más de medio siglo anticipan desarrollos que ocurrirían en ambas orillas del Río de la Plata.

Traigo a colación esta frase como introducción a los importantes cambios ocurridos en el sector agropecuario argentino entre 1990 y 2024. En este período, el área de los principales cultivos se duplicó mientras la producción total casi se cuadruplicó. Estos cambios son conocidos. No así las consecuencias de la expansión agrícola sobre la producción ganadera, tanto de carne como de leche.

El aumento del área sembrada ocurrió a expensas de la ganadería. La diferencia de rentabilidad entre las actividades explica la reasignación de recursos entre una y otra. Y esta diferencia se explica por el vigoroso cambio tecnológico ocurrido en la agricultura: para el período 1961-2010, Daniel Lema estima aumentos de productividad del orden de 1.9 por ciento anual en la agricultura versus menos del 0.5 por ciento en la ganadería.

La expansión agrícola gatilló un importante aumento del precio de la tierra. En efecto, entre 1990 y 2020, y a valores constantes (en US$), en la mayor parte de las regiones de la Pradera Pampeana el valor por hectárea se multiplicó por tres. El aumento del precio relativo entre un insumo (tierra) y el resto de los factores productivos (trabajo, pasturas, mejoras, reservas forrajeras) lleva al productor a reducir el ratio entre tierra y estos otros factores. Esto puede hacerse (al menos) de dos formas distintas: reduciendo el uso de tierra y manteniendo constante el resto de los factores, o reduciendo el uso de tierra y aumentando el del resto de los factores. En ambos casos, cae el ratio entre la tierra y los “otros” factores (pasturas, mejoras, silaje, trabajo, management) empleados.

Los datos disponibles sugieren que esta última alternativa es la que prevaleció en el período 1990-2020: se redujo la tierra ganadera, pero aumentó en forma significativa la inyección de otros factores aplicados a la ganadería. Las siguientes son algunas evidencias de lo anterior.

En primer lugar, el avance de la agricultura ocurrió sin una caída correspondiente del stock animal: por el contrario, entre 1990 y 2020 en las cinco provincias pampeanas el número de cabezas experimentó un aumento del orden de 5 por ciento, contrastando esto con un aumento de la superficie sembrada de más de 80 por ciento. En consecuencia, la “carga animal” (animales por hectárea) pasó de 0.6 – 0.7 a comienzos de la década del 1990, a 0.7 – 0.9 dos décadas más tarde, lo que representa un aumento de 30 por ciento. La única forma de aumentar la carga (suponiendo producción por animal constante) es aumentar la producción y aprovechamiento de recursos forrajeros.

Segundo, el avance de la agricultura resultó en una caída en la calidad promedio del suelo asignado a ganadería, puesto que los primeros suelos que el productor resta de la ganadería son los de mayor productividad. La ganadería, entonces, en promedio utiliza ahora menos recurso tierra que antes, no solo por usar menos hectáreas, sino por usar hectáreas de menor calidad. Mantener la producción usando menos hectáreas, y además hectáreas de menor calidad promedio, requiere aumentar el uso de “algún otro” factor o factores productivos.  

En tercer lugar, resulta posible identificar aun en forma aproximada cuáles son algunos de estos “otros factores” que están operando. Al respecto, el crecimiento de la importancia del engorde a corral ocurrido a partir de 2000 es un ejemplo de “intensificación” del uso de tierra por medio de la inyección de distintas formas de capital adicional. Con engorde a corral, se reemplaza pasto por grano y por silaje. Diversos tipos de máquinas recolectan, almacenan y distribuyen el alimento. Según los datos de SENASA más recientes a los que tuve acceso, en 2015 aproximadamente 27 por ciento de la faena se originaba en sistemas de engorde a corral (feedlots). Esto implica un cambio radical con respecto al sistema tradicional de producción “a campo”.  

Por último (y relacionado con el punto anterior), no sólo aumentó la importancia del engorde a corral, sino que también en los sistemas “a campo” se ha introducido suplementación tanto de concentrados (grano) como silaje. Según estadísticas de la cámara que asocia a los contratistas forrajeros, las hectáreas procesadas para silos pasaron de 620 mil en 2006 (primer año del que se tienen registros) a 2.4 millones en 2023. En el caso del maíz, por ejemplo, la creciente brecha entre superficie sembrada y superficie (que pasó de 15 por ciento en la década de 1990, a algo más de 20 por ciento en la de 2010) se explica, al menos en parte, por el aumento en la asignación de este cultivo para ensilado vis-à-vis la cosecha de grano.

El aumento de la demanda por suplementación forrajera (silaje y fardos) catalizó la formación de empresas especializadas en esta tarea. Las importantes inversiones (del orden de US$ 1 millón para un equipo “standard”) realizadas por contratistas forrajeros en respuesta al crecimiento de demanda, resultan en una caída del precio y un aumento de la calidad de estos servicios. El productor ganadero se beneficia así de “economías externas” que retroalimentan su demanda de estos recursos. La expansión agrícola “gatilla” entonces cambios que van más allá del impacto directo en el costo de oportunidad de la tierra para la producción ganadera.

Cambios en otros precios relativos ocurridos en el período 1990-2020 también contribuyeron a la intensificación ganadera. El siguiente gráfico muestra la evolución de dos precios relativos: Leche/Concentrado (ración compuesta por maíz y subproductos de soja) y Carne/Concentrado en tal período. Si bien estos precios son altamente variables, hay evidencia de cierto abaratamiento del alimento en forma de concentrado en términos del producto leche y el producto carne. Como en el caso del silaje, estos cambios facilitan el reemplazo del recurso tierra por estos insumos.   

 

Competencia por Recursos: Agricultura y Ganadería 1990-2022

 

En síntesis, la expansión agrícola resultó en un desafío para el sector de ganadería de carne y de leche. El encarecimiento del costo de la tierra obligó a reducir el uso de este factor. Pero este encarecimiento gatilló el desarrollo de alternativas “ahorradoras de tierra” entre las cuales el uso de silaje de maíz y de concentrados como suplemento en la ración juegan un papel importante. Lo que planteó Rovira con respecto a la ganadería uruguaya tuvo su correspondencia en la otra orilla del Río de la Plata.

 

Marcos Gallacher
Profesor de Economía, Ucema