¿Es importante el comercio internacional para el crecimiento económico?
Es un juicio bien establecido en la literatura sobre la historia económica argentina del siglo XIX que el Río de la Plata fue un estado de libre comercio desde muy temprano. Ya en la década de 1820 las exportaciones por habitante, expresadas en pesos plata, eran bastante altas en comparación con los países adelantados. Pero no fue el comercio sino un giro político (batalla de Pavón, 1861) el chispazo que encendió la mecha del proceso de acumulación de capital y crecimiento del PBI por habitante en la región.
El comercio internacional está conectado con el crecimiento económico por medio de tres razones o formas específicas:
1) Teorema de la Ventaja Comparativa
Supongamos dos países: uno más bien agrícola, Portugal, y otro más bien industrial, Inglaterra; supongamos que producen dos bienes, uno más bien agrícola, vino, y otro más bien industrial, tela; supongamos, finalmente, que el trabajo aplicado en Portugal a la producción de vino arroja 10 unidades y a la producción de telas, 5 unidades. De forma que en Portugal el costo relativo de la tela es 2 unidades de vino. Por su parte, el trabajo aplicado en Inglaterra a la producción de vino arroja 5 unidades y a la producción de tela, 10 unidades. Luego, en Inglaterra el costo relativo de la tela es 0.5 unidades de vino. De este razonamiento se sigue que Portugal se especializa en la producción de vino, exporta vino e importa tela, y que Inglaterra se especializa en la producción de tela, exporta tela e importa vino. Si Portugal aplicara trabajo a la producción de tela, sacrificaría 2 unidades de vino, pero si la importara de Inglaterra pagaría 0.5 unidades de vino por ella; el mismo razonamiento corre para Inglaterra. Esta es la explicación básica de los beneficios del comercio. Eleva la productividad del trabajo (proxy del PBI por habitante) y el nivel de vida del país.
Aclaración: Costo = costo de oportunidad o marginal de la tela, medido en unidades de vino.
Si en Portugal la productividad laboral se redujera a un décimo, de manera que un trabajador produjera apenas una unidad de vino y 0.5 unidades de tela, el costo relativo de la tela en el país seguiría siendo el mismo y no variaría el patrón de producción y comercio. Incluso con desventaja absoluta, la apertura al comercio le conviene al país pobre. Advierta, además, que argumentos tales como la complementariedad o la sustitución en la producción entre los países no tienen cabida en el teorema de la ventaja comparativa. Son subterfugios proteccionistas.
De lo dicho podemos inferir que la apertura al comercio internacional genera un aumento por única vez del PBI por habitante. Pero no un aumento sostenido del PBI por habitante. Por tanto, la apertura no es una fuente de crecimiento económico en sentido estricto. Con una rara excepción.
Durante los cinco siglos de expansión del Imperio Romano, las legiones conquistaron países; los países se convirtieron en provincias; las provincias se abrieron al comercio y pasaron a funcionar bajo la misma ley, con la misma moneda y se beneficiaron de rutas de comercio seguras. Como resultado de este largo proceso, las provincias y Roma se especializaron y comerciaron cada vez más, mientras el PBI por habitante del Imperio aumentaba en forma sostenida. En dicho período, se observó por primera vez, al menos en Occidente, crecimiento económico. No explicado por la acumulación de capital ni el progreso tecnológico sino por una cada vez más intensa explotación de las ventajas comparativas.
2) Importación de Progreso Tecnológico Incorporado
Mientras más abierto al comercio sea un país, mayor será su importación de tecnología. Esta vendrá incorporada en la maquinaria, los artefactos y las formas organizativas que importen la industria, el campo, el comercio, los servicios en general y la vida doméstica. El progreso tecnológico explica parte importante del aumento de la productividad laboral. En una economía madura como la de EEUU habría explicado cerca del 80% en la primera mitad del siglo pasado. Deducimos que si en los últimos 50 años la economía argentina se hubiera mantenido abierta al comercio, su PBI por habitante habría crecido a una tasa próxima a 2% anual en lugar del 0.33% que registra el Banco Mundial, y que su nivel sería unos 28.000 dólares por año en lugar de los 12.000 que arrojaría el INDEC para 2024. Si el contexto político-económico hubiera ayudado, una más intensa acumulación de capital habría arrojado un crecimiento del PBI por habitante incluso superior a aquel 2% anual.
3) Acuerdos Comerciales con Socios Importantes
El tipo de apertura al comercio internacional influye, quizá significativamente en países crónicamente inestables, en el éxito de la apertura. Queremos destacar que una apertura con alto costo de repudio y, por ende, baja probabilidad de reversión, tiene la ventaja de acercar establemente, en la percepción de productores e inversores, la estructura interna de precios relativos a la internacional. Por lo general, las aperturas unilaterales, como las que implementaron Argentina y Perú en la década de 1970, tienen una alta probabilidad de fracaso. Sea por indefiniciones ideológicas, problemas fiscales o presiones del lobby proteccionista, terminan por revertirse cuando enfrentan dificultades macroeconómicas por el simple hecho de que, siendo políticas estrictamente internas, su costo de repudio es muy bajo.
Fuente: Jorge C. Ávila: “Libre Comercio Pactado con una Superpotencia.” Documento de Trabajo Nº385, UCEMA, noviembre de 2008; http://ideas.repec.org/p/cem/doctra/385.html
Aclaraciones: 1) La reconstrucción de Japón en la post-guerra magnifica su performance. 2) Las Exportaciones y el PBI/habitante están calculados en dólares constantes.
Por el contrario, una apertura bilateral o supranacional con socios importantes, que son aquellos cuyo poder de represalia por incumplimiento de lo acordado es respetado sino temido, tiende a resultar exitosa. La razón es simple: la estabilidad que los productores y los inversores le asignan a la nueva estructura de precios relativos los estimula a acelerar la reasignación de capital, capacidad empresarial y trabajo desde los sectores protegidos hacia los hasta ahora desprotegidos.
En conclusión, una apertura comercial, si bien eleva el nivel de vida del país, no genera crecimiento económico en sentido estricto. Sin embargo, en virtud de la importación de tecnología incorporada, es probable que una economía abierta crezca más rápidamente que una cerrada. Y si el país fuera miembro de un gran club económico, como la UE o el USMCA (derivación del viejo NAFTA), crecería más rápidamente todavía por la estabilidad de la estructura de precios relativos y de la política económica general.
Jorge C. Ávila
Profesor de Economía y Director del CEA