Dinero electrónico y Economía sin Efectivo
Los Bancos Centrales (BC) están implementado esquemas para regular el “dinero electrónico” bajo la premisa de que genera cambios en la oferta monetaria. Estas regulaciones se hicieron efectivas en varios países y se están extendiendo a otros en forma rápida. Los BC justifican la necesidad de regular por el supuesto que los operadores de dinero electrónico están emitiendo dinero. A tal punto que algunas leyes tienen capítulo titulado De la emisión de dinero electrónico.
Los operadores que supuestamente emiten este tipo de dinero son bancos y telefónicas.Los bancos autorizan a sus clientes a convertir sus activos tradicionales en otros almacenados en sus celulares y las telefónicas reciben efectivo que acreditan en las cuentas de sus abonados y son inmediatamente “depositados” en sus teléfonos. Luego esos abonados realizan transacciones de pagos ya sea con NFC o con códigos de seguridad. No hay en realidad ningún tipo de emisión.
El volumen de transferencias por el medio electrónico puede llegar a ser multibillonario por lo cual se trata de un negocio extraordinario para los operadores y el Estado trata de generalizarlo ya que siempre busca control y un porcentaje de esas ganancias. Particularmente importante será cuando se opere internacionalmente porque las remesas de los migrantes a sus países de origen pueden ser hasta un cuarto del PIB, como es para algunos países de América Central.
Hay plataformas para que las transferencias puedan hacerse entre clientes de distintos bancos y distintas operadoras telefónicas, con un clearing similar a la de las cuentas corrientes. Para desarrollar este sistema de clearing no se necesita al Banco Central, ya que es de interés de los mismos operadores privados crear empresas independientes que se encarguen de realizar esa tarea. Por lo anterior en el campo del clearing tampoco se necesitarían organismos estatales.
Los bancos pueden realizar préstamos sobre el excedente de los requisitos mínimos de reservas pero las telefónicas deben mantener 100% de reservas y no pueden realizar préstamos sobre los fondos que ellos acreditan en las cuentas de sus clientes. Parecería que esto pone a las telefónicas en desventaja respecto de los bancos. Sin embargo ellas habilitan un menú de servicios que no pueden ofrecer los bancos (incluyendo texting y el simple “hablar por teléfono”) por lo cual las telefónicas son una competencia importante para los bancos. Además, estos últimos tienen un costo regulatorio ajeno a las telefónicas. Por ello las organizaciones bancarias hacen mucha presión -lobby- para que el Banco Central también les imponga costos regulatorios.
El dinero electrónico es una transformación de otras maneras de mantener dinero (efectivo –cash- cuenta corriente, cuentas de ahorro etc.) Parte de ese dinero se almacena en teléfonos inteligentes. Es un importante adelanto tecnológico que permite transacciones financieras de la misma manera que lo hacen cheques, “e-wire o e-transfer” pero en forma muchísimo más eficiente. El adelanto tecnológico implica menores costos de transacción y ese ahorro es realmente significativo y por ello es importante dejar que el mercado las desarrolle sin interferencia regulatoria estatal
El dinero electrónico no afecta a la oferta de dinero pero podría afectar a la demanda. Ya hemos adelantado que en nuestra opinión la oferta de dinero no se ve afectada ya que sólo hay transformación de un tipo de activo monetario –efectivo o depósitos bancarios- en otro tipo de activo monetario –dinero electrónico.
Por el lado de la demanda, es factible esperar una baja en la demanda real de dinero. Esto se debería a que, al disminuir significativamente los costos para transacciones financieras, aumentaría la velocidad de circulación del dinero y, por ello, podría tener algún impacto en el nivel general de precios. Habría un “shift” (desplazamiento) en la curva de demanda hacia abajo, probablemente sin afectar su elasticidad –no afectaría la elasticidad ya que el dinero electrónico no es un substituto del dinero tradicional. De todas maneras se trata de un tema sujeto a verificación empírica.
La generalización del dinero electrónico podría llevar a una economía sin efectivo. Esto es teóricamente posible ya que todos los pagos y recibos podrían hacerse electrónicamente usando el efectivo sólo para depositar en bancos o en telefónicas. Una vez generalizado el uso del dinero electrónico, el BC podría dejar de emitir efectivo físico y hacerlo sólo en forma electrónica. Con ello habría desaparecido el efectivo físico y estaríamos en presencia de una “cashless economy”
Hay dos razones por las cuales los gobiernos apoyan mucho el dinero electrónico. La primera, y sobre la cual se hace mucha propaganda e incluye a personalidades internacionales, es que dicha modalidad transaccional ayudaría a la “inclusión financiera”.
La segunda, y quizá la que está realmente detrás de los esfuerzos de los gobiernos para apoyar este adelanto tecnológico, es que les permitiría un control estricto sobre orígenes y destinos de gastos, lo que ayudaría a los organismos recaudadores a verificar todas las transacciones mejorando su recaudación impositiva. El Bitcoin puede ser un escape del mercado a este control.
Las crisis bancarias no pudieron ser evitadas por los reguladores bancarios y cada vez son más graves, a pesar de que las regulaciones son cada vez más exigentes y cada vez se anuncian nuevas medidas (Basilea I, II, III). La razón es que los reguladores nunca trataron de frente el talón de Aquiles de los sistemas financieros: reservas fraccionarias y el enorme apalancamiento sobre un capital ínfimo. Dado este pésimo récord de regulaciones, resulta curioso que se trate de regular el dinero electrónico que, en realidad, es un avance tecnológico del mercado y que las superintendencias de bancos poco entienden y todo su aparato regulatorio sólo puede retrasar futuros avances.
Sobre Valeriano F. García
Ph.D. Universidad de Chicago. Su tesis fue publicada por Garland Publishing Co. Profesor de Teoría y Política Monetaria en las Universidades de Tucumán y de Chile. Investigador en BCRA, CEMLA y CEPAL. Investigador residente invitado Universidad de Chicago. Economista Principal del Banco Mundial. Consultor BID BM FMI “Thought for Action” sobre crisis de Grecia. Director Ejecutivo del Banco Mundial. Consejero de la Oficina de Asistencia Técnica del Departamento del Tesoro de los EE.UU. Libros “Dinero Precios y Política Monetaria” (con Álvaro Saieh) “El ABC (y Z) de la Economía” (Cronista) “Para Entender la Economía Política y la Política Económica” (CEMLA).