Ciencias Políticas

La guerra justa y el fin de la historieta (un manifiesto neomoderno)

Número
295
Autor
Carlos Escudé
Mes/Año
07/2005
Adjunto
Resumen

Si todas las culturas son moralmente equivalentes, entonces todos los individuos no estamos esencialmente dotados de los mismos derechos humanos, porque hay culturas que adjudican a algunos hombres más derechos que a otros hombres y mujeres. Si por el contrario todos los individuos poseemos los mismos derechos, entonces todas las culturas no son moralmente equivalentes, porque hay culturas que no reconocen, ni siquiera en principio, la vigencia de esos derechos universales. Las dos afirmaciones son contradictorias y no pueden ser ambas verdaderas. Más aún, existe un conflicto natural entre ellas, conducente a choques entre civilizaciones y al interior de las mismas. El relativismo se enfrentará al evolucionismo y la teocracia jerárquica confrontará con el republicanismo secularizado. Este ensayo toma partido y postula que la superioridad cultural puede afirmarse en dos niveles diferentes: moral y epistemológico. Una cultura que reconoce un conjunto universal de derechos humanos es superior a una que los niega, aunque frecuentemente se desvíe de su cumplimiento. Una cultura capaz de penetrar en la naturaleza elevando la esperanza de vida, es superior a una que no cultiva esa ciencia. Finalmente, librar guerras para defender una cultura superior es un imperativo categórico.