Una interpretación maoísta del peronismo: Eduardo Astesano y la revolución de la nueva democracia
El surgimiento del peronismo presentó a los marxistas argentinos un dilema teórico: la clase obrera, para ellos el sujeto de la historia, rechazaba al partido de clase para seguir a un líder exógeno. No era éste el primer problema teórico que debían resolver, ya que en la conferencia de partidos comunistas latinoamericanos realizada en Buenos Aires en 1929, habían debido enfrentar las posiciones de José Carlos Mariátegui referidas a la cuestión indígena y al papel del imperialismo en América Latina. Ese problema, sin embargo, había quedado resuelto, más en la práctica que en la teoría, con el desplazamiento y muerte de Mariátegui, menos de un año después de esa conferencia. El desafío del peronismo era de mayor envergadura: no se trataba de encontrar un lugar para los indígenas en la teoría marxista, sino de la clase obrera misma. Aunque en un primer momento la dirección del Partido Comunista de la Argentina interpretó al emergente peronismo desde la perspectiva de la lucha antifascista, que era la línea oficial del comunismo mundial desde el VII congreso de la III Internacional en 1935, prontó adoptó una posición que privilegiaba la lucha antiimperialista, ajustada a los cambios impuestos por el comienzo de la guerra fría.