La explosión de artículos sobre inteligencia artificial, tras la presentación masiva de los últimos avances en el área de los programas de conversación generativos, nos lleva a reflexionar sobre la necesidad de clarificar si realmente esto constituye inteligencia, qué la diferencia de la inteligencia humana, cómo es su estructura de trabajo y qué impacto tendrá en nuestra vida diaria, en la ciencia y en la educación. 
El trabajo presenta una línea histórica desde el nacimiento del llamado "cerebro electrónico" hasta nuestros días, junto con una descripción de las características de la inteligencia humana y la inteligencia artificial, diferenciándolas y mostrando cómo la incapacidad para manejar emociones y virtudes fundamentales, como la prudencia, impide calificar a estos programas como inteligentes.

Conocer de manera sencilla un ejemplo de los algoritmos matemáticos utilizados para realizar ajustes estadísticos muy complejos permite reconocer la intrínseca incapacidad de estos programas para descubrir relaciones causales innovadoras.

Es notable observar cómo reconocidos autores, con diferencias en sus enfoques metafísicos, llegan a conclusiones similares.
Sin embargo, debe destacarse que el inmenso poder de cálculo y las excelentes aplicaciones que pueden desarrollarse con estos programas potencian la inteligencia humana, siempre y cuando comprendamos su naturaleza.