Acorralado, Sergio Massa cada vez más cerca de activar su "plan B"
El BCRA logró acumular más reservas, pero la sangría no se detiene. El mercado está cada vez más atento a la posibilidad de una devaluación más marcada.
El último dato sobre la balanza comercial indica que, a pesar de mejorar las expectativas, aún sigue siendo deficitaria por 300 millones de dólares y lo llamativo es que no se puede culpar a la importación de energía. El problema hay que ubicarlo en el valor del tipo de cambio, por eso estamos atentos a la posibilidad de una devaluación.
Para entender la complejidad del panorama vale la pena recordar los objetivos planteados por el equipo económico: acumular reservas, mantener la brecha estable o reducirla, y evitar que los dólares financieros superen la barrera de los $300 mientras se va acelerando el tipo de cambio oficial.
Aunque el primer requisito se cumplió gracias a la implementación del dólar soja, el tipo de cambio se fue moviendo más rápido, con lo cual el problema es no poder controlar la brecha. Este era el Plan A.
El Plan B es devaluar, pero si se devalúa se corre el riesgo de romper la nominalidad de la economía y que se escape la inflación. Como este riesgo existe, por el momento no se va tomar esta medida. Por eso, el paso que sigue es continuar con estos múltiples tipos de cambio. El problema es la cantidad de pesos que se inyecta en la economía y cómo repercute todo esto en los dólares financieros.
El Gobierno va a optar por el desdoblamiento. Pero ahora, con la turbulencia que hubo y con el fin de la paz cambiaria del dólar financiero, no se puede descartar que en el corto plazo pueda evitar la devaluación y llevar la cotización de moneda norteamericana a $200. Esta es la encrucijada de la economía. Si pueden controlar a los dólares financieros, el Plan A va a continuar. Si la inflación empieza a escalar, habrá que ir al B o a un eventual Plan C.
La Fed volvió a subir tasas y se complica el panorama
Cumpliendo con lo que ya había anticipado, la Reserva Federal de Estados Unidos (FED, por sus siglas en inglés) volvió a elevar la tasa de referencia. Y esta decisión recalentó los mercados. Los inversores esperan señales para rearmar sus posiciones.
Soledad López, analista de Rava Bursatil explicó en el programa Qué Hacemos con los Pesos (A24) las repercusiones de la medida. “El anuncio de la FED era el esperado. El 80% de los inversores decían que iba a subir 75 puntos la tasa y el 20% anticipaba que las subiría en 100 puntos. Es decir, que el mercado ya estaba en precio. Cuando habló Jerome Powell completó la destrucción. Había dicho iba a haber aumento de tasas durante todo el 2023, también anticipó que el desempleo crecería en 1 millón de personas; es decir, se espera que Estados Unidos entre en recesión”.
Asimismo, en cuanto a los efectos sobre la Argentina, Federico Vacalebre, economista de UCEMA, advirtió que “habitualmente en todos los mercados emergentes, la suba de tasas provoca la fuga de todos los capitales guiados por el flight to quality. Lo complicado es ver cómo la Argentina resuelve en lo inmediato las metas, la inflación y la cuestión de los precios relativos, que está atada la posibilidad de devaluar y desdoblar el tipo de cambio”
Durante la semana las comunicaciones del BCRA fulminaron lo que se había construido en los días anteriores con el dólar soja, que además había generado en otros sectores la posibilidad de que la medida se ampliara. “Cuando parecía que se iba hacia esa situación, el BCRA confundió a los mercados con la consiguiente presión sobre el dólar blue. Por otro lado, la decisión de Massa de permitir el dólar soja fue efectiva, pero tuvo una trampa a nivel contable porque los $60 pesos de diferencia con el dólar oficial incrementan el déficit cuasi fiscal como deuda como si fuera una Letra del Tesoro”, remarcó el economista de UCEMA.
Nada le gana al dólar
A pesar de la suba de tasas, los argentinos siguen queriendo dólares. Prueba de ello es el aumento del CCL después de la descoordinación entre el BCRA y el Ministerio de Economía. Es evidente que el Gobierno pensó en que se iba a extender el veranito y que el CCL no llegaría a $300. Esto marca que el Plan A falló y que ya no tiene herramientas para bajarlo.
Y aunque se supone que desde el Gobierno se especulaba con captar los dólares que no se iban a usar para importar energía, el problema siguió siendo el tipo de cambio. “Desde agosto hubo una devaluación del tipo de cambio oficial de 35%, aproximadamente, o sea 21 puntos por debajo de la inflación. Más allá de robustecer las reservas, el problema son los precios relativos y cómo se van a reacomodar. Es clave cuándo y cómo llega la devaluación sobre el tipo de cambio oficial. Es algo inevitable. Se está haciendo un corrimiento hasta donde se pueda.”, opina Vacalebre. Pero existe otra complicación.
Históricamente se utilizó la devaluación para licuar el gasto, pero dentro del gasto público y del plano fiscal sumamente desbocado hay dos componentes que son muy fuertes. En primer lugar, los planes sociales y, en segundo, los subsidios. “En el 2021 representaron 3 puntos del PBI, con la devaluación del tipo de cambio si las tarifas no corren en términos reales, se volverá al mismo lugar. Con tarifas fijas, tarde o temprano, la devaluación golpeará el bolsillo.”
Hay otro punto clave. El equipo económico está convencido de que este dólar no sirve. No importa si en el 2022 el dólar oficial se movió por debajo de la inflación. En promedio ya viene con un atraso de entre 12 y 24 meses. ¿Cómo se puede devaluar sin que se rompa la nominalidad del peso?
Para Federico Vacalebre, ya es un hecho consumado. “Con la última suba, la T.E.A. trepó al 107%. Aunque una devaluación del 30% o 40% es enorme, en este contexto podría decirse que es un salto discreto aunque no lo sea. Existen tres planos muy marcados que tienen que ser corregidos de una manera alineada: el fiscal, el monetario y el tipo de cambio. El éxito o el fracaso de los meses que vienen dependerá de cómo se equilibren, con qué secuencia y en qué magnitud. En términos de gasto, lo más consistente es trabajar con gasto previsional y los subsidios, que son los dos componentes que con la pandemia y su posterioridad fueron los dos que más han presionado sobre el gasto público.”