Medidas de fondo para encorsetar expectativas
El mercado especula con un ajuste de las cuentas fiscales que le permite ser más entusiasta. Al margen, dos desafíos inmediatos hay por delante: el desequilibrio fiscal y resolver el frente cambiario que le permita al BCRA salir de la situación en la que se encuentra.
Los datos referentes a la actividad comercial (según el INDEC) reflejan que, en mayo, las ventas de supermercados, a precios constantes, tuvieron una caída del 0,6%, interanualmente. Por su parte, las ventas en los shoppings, también a precios constantes, tuvieron un aumento del 284% y están un 6% por debajo respecto a los niveles de mayo de 2019.
En el plano financiero, en la última licitación de julio, el Ministerio de Economía obtuvo financiamiento de aproximadamente $515.861 millones, a través de la colocación de 5 bonos en pesos, algunos a tasa fija, otros ajustados por inflación y otros atados a la evolución del dólar. Así, julio cierra con un financiamiento neto positivo de $318.200 millones. Esto se debe a las altas tasas de hasta el 70% que ofreció el Tesoro para los bonos. El segundo semestre del año posee vencimientos de deuda pública importantes. Por esto habrá una mayor exigencia sobre el mercado de deuda en pesos. Con la suba de tasas que impulsó el Tesoro para los intereses por sus títulos en pesos, el BCRA ajusto fuerte su tasa de política monetaria, ya que la misma pasó del 52% al 60%. A pesar de esto, la tasa real continúa siendo negativa (con una inflación interanual del 64% y proyecciones que van por encima del 90% para fin de año).
En este escenario de escasez de dólares, el BCRA aprobó un nuevo instrumento que busca incentivar a los productores a vender su cosecha de soja. Desde el BCRA no lo definen como un desdoblamiento del tipo de cambio, ya que la cosecha se sigue liquidando al dólar oficial. Este nuevo sistema estipula que, del 100% del valor de venta de los granos, un 30% podrá ser convertido al dólar solidario, mientras que el otro 70% podrá depositarse con una cobertura frente a la devaluación.
Lo cierto es que los cambios de gabinete eran un hecho desde hace bastante. El reemplazo de nombres per se no nos dice nada. No obstante, las primeras reacciones ante la noticia del nuevo (y actual) titular de la cartera fueron positivas para el mercado, aunque no vinieron solas. El contexto internacional favoreció a todos los países emergentes, con una suba del S&P 500 de 5% (de igual magnitud a la suba del índice Bovespa). Durante la semana de anuncios, el Real se apreció desde u$s/R 5,5 a u$s/R 5,2, y el Peso chileno volvió a apreciarse desde u$s/CLP 952 a u$s/CLP 899. También, el riesgo país de los emergentes bajó de 518 a 490. Sin embargo, fue considerable que los bonos argentinos alcanzaron un alza de casi 30%, medidos al contado con liquidación. Los dólares financieros se desinflaron y el contado con liquidación pasó de $340 a ubicarse levemente por encima de $293. El mercado especula con un ajuste de las cuentas fiscales que le permite ser más entusiasta. Al margen, dos desafíos inmediatos hay por delante:
En el plano fiscal, el desafío es cumplir con la meta de déficit primario acordada con el FMI. Sin embargo, con la evolución de los ingresos y los gastos y lo que se puede proyectar hasta fin de año, el déficit primario sería de 3,5% del PBI y no del 2,5%. El problema radica en la dinámica del gasto (sube 75% interanual en los primeros seis meses del año). Los ingresos acumulan un crecimiento del 65% en el primer semestre. El crecimiento más fuerte impacta en Programas sociales (Potenciar Trabajo, Progresar, entre otros) con un salto del 335%, en términos reales y en comparación con el año 2019. Le siguen los subsidios tarifarios (+110% real), las transferencias corrientes a las provincias (+56% real) y la obra pública (+27%). El actual ministro posee un perfil que puede hablar con todos los sectores, pero habrá que ver si estará dispuesto a pagar costos.
Lo que es una incógnita es la partida de la acumulación de reservas. El programa con el FMI exige que hacia fin de año se acumulen cerca de u$s8.500 millones, partiendo de los u$s1.500 millones. Más allá de esto, los períodos estacionales de acumulación de reservas terminaron en julio. Históricamente, el promedio de acumulación de los últimos 10 años fue cercano a u$s1.500 millones y ahora fue tan solo de u$s631 millones.
En síntesis, como sea, el BCRA necesita acumular reservas si quiere ser el principal oferente de divisas a estos precios, evitando una devaluación. De lo contrario, deberán seguir aumentando las restricciones cambiarias para poder abastecer discrecionalmente al mercado (afectando la actividad económica). Posibles medidas serán:
Un cepo mayor, a costa de menor actividad económica.
Un salto discrecional del tipo de cambio oficial.
Un desdoblamiento formal que les permita dejar de perder divisas por la cuenta de servicios.
Lo que sí es remarcable es que ninguna de ellas es sin consecuencias, pero no caben dudas que con este esquema no se puede continuar.