Pobreza: cuando la asistencia profundiza el problema de base
El principal factor que explica la pobreza es el deterioro sostenido del empleo. Preocupa que existe un amplio consenso en torno a que cambiar las leyes laborales y los convenios colectivos va en detrimento de los trabajadores y, en su lugar, se multiplican los programas asistenciales para paliar las consecuencias de la alta informalidad.
Los programas asistenciales no logran evitar el aumento de la pobreza, ya que la principal fuente de ingresos en los hogares más humildes sigue siendo el trabajo. La acumulación y superposición de programas no resuelve la situación. Es necesario implementar transformaciones que permitan dinamizar el empleo.
Actualmente, los datos indican que la pobreza en zonas urbanas alcanzó el 53% de la población durante el primer semestre de 2024. Para poner esto en perspectiva, en la crisis de 2002, la pobreza fue del 54%. Es importante recordar que este fenómeno dejó de medirse entre 2007 y 2015, y a partir de 2016 se reinició su registro, registrándose un 27% en 2017, un 36% en 2019 y un 41% en 2023. En pocas palabras, el aumento de la pobreza es un problema significativo y crónico.
Resulta paradójico que esto ocurra a pesar de la considerable ayuda asistencial. En la crisis de 2002, el crecimiento de la pobreza fue exponencial. Un punto de inflexión fue la creación de la Asignación Universal por Hijo (AUH), que se amalgamó con otros planes asistenciales en los tres niveles de gobierno.
Concretamente, según el INDEC, en 2024, el 77% de los ingresos familiares de los hogares urbanos proviene de fuentes laborales, mientras que el 23% restante proviene de fuentes no laborales. Entre los hogares no pobres, el 81% de los ingresos es de origen laboral y el 19% de fuentes no laborales. Por otro lado, en los hogares pobres, el 53% de los ingresos proviene del trabajo y el 47% de fuentes no laborales.
En sí, la principal fuente de ingresos de las familias es el trabajo. Otras fuentes, como transferencias del Estado, ahorros y rentas, son complementarias. Además, en los hogares pobres prevalece el empleo informal.
El deterioro sostenido del empleo
El principal factor que explica la pobreza es el deterioro sostenido del empleo. En la crisis de 2002, entre la población en edad de trabajar, el 35% tenía empleo formal, el 25% empleo informal y el 40% no tenía empleo (inactivos laborales y desocupados). Para 2024, solo el 32% tiene empleo formal y otro 32% permanece sin empleo, mientras que el porcentaje de informales ha crecido al 35% de la población en edad de trabajar.
La falta de generación de empleos de calidad es la causa de esta expansión de la informalidad. Lo preocupante es que existe un amplio consenso en torno a que cambiar las leyes laborales y los convenios colectivos va en detrimento de los trabajadores y, en su lugar, se multiplican los programas asistenciales para paliar las consecuencias de la alta informalidad.
En síntesis, es necesario cambiar los consensos erróneos y dinamizar la generación de empleos de calidad, eliminando la inflación y las regulaciones anticompetitivas, ordenando el sistema tributario y adaptando las leyes laborales y los convenios colectivos al mercado actual, que avanza con la tecnología y las posibilidades económicas de cada empresa. Asimismo, el sistema educativo debe enfocarse en mejorar la educación media.
* Profesor de la Universidad del CEMA