¿Cañones o Mantequilla? ¿Mecenazgo Cultural o Educativo?
Cómo administrar recursos escasos ante múltiples necesidades. Los programas del Gobierno de la Ciudad.
A principios de abril pasado, el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires dio a conocer los proyectos seleccionados de la convocatoria 2023 del Régimen de Participación Cultural – Mecenazgo, “el programa de financiamiento para proyectos artísticos y culturales de gran envergadura, que permite a las empresas contribuir al desarrollo de la escena cultural”. En total, se distribuyeron 4 mil millones de pesos para 1.126 proyectos, de 14 disciplinas culturales: Artes audiovisuales y arte digital: 273 proyectos; Artes visuales: 101; Artesanías y arte popular: 14; Circo, murga, mímica y afines: 27; Danza: 89; Diseño: 18; Infraestructura: 42; Literatura: 57; Música académica: 60; Música popular: 103; Nuevas tecnologías: 29; Patrimonio cultural: 60; Publicaciones, radio, televisión y sitios de internet con contenido artístico y cultural: 125 y Teatro: 128.
No soy quién para evaluar los beneficios para la sociedad del Mecenazgo Cultural y mucho menos para opinar sobre el mérito de los proyectos seleccionados, pero es claro que existen fines múltiples y de distinta importancia. Yo me pregunto, ¿si contar con una ley de Mecenazgo Cultural genera eventualmente la imposibilidad que exista una ley similar de Mecenazgo Educativo, que favorezca a los niños que menos tienen y más necesitan, no se están asignando mal los recursos?
Para desarrollar esta hipótesis, veamos un sencillo ejemplo provisto por uno de los mas grandes economistas de la historia contemporánea, Paul Samuelson, Premio Nobel 1970, en su famoso texto, Economía, cuya primera edición se publicó en 1948 y ha sido traducido a más de 40 idiomas.
Cómo no recordar su ilustración sobre la producción de cañones o mantequilla, la cual ilustra la necesidad de definir qué es más importante para una cierta sociedad en un momento determinado: destinar los escasos recursos existentes a la producción militar o a la producción de alimentos, presentando de una forma muy intuitiva el concepto de costo de oportunidad. Es decir, aquello a lo que debemos renunciar cada vez que tomamos una decisión.
Es claro que dicho concepto es de aplicación cotidiana, pues la necesidad de decidir en qué invertir los recursos escasos que poseemos la enfrentamos todos los días ante elecciones propias de nuestra vida y hoy, más que nunca, es relevante a nivel país, frente a la tremenda situación económica heredada por el gobierno de Javier Milei.
Recursos escasos frente a fines múltiples y de distinta importancia. ¿Cómo no recordar esta frase? El Gobierno debe decidir en qué y cuánto gastar, en función de los objetivos de la sociedad, tomando en cuenta la existencia de recursos limitados al hacerlo. La realidad que hoy vivimos es producto de irresponsablemente no haberlo hecho durante muchos años.
¿Mecenazgo educativo?
Retornemos ahora al tema de nuestro interés. Frente a la tremenda inequidad educativa que sufren aquellos niños que menos tienen y más necesitan, ¿no sería adecuado que exista en lugar de una Ley de Mecenazgo Cultural una de ley de similares características pero de Mecenazgo Educativo?
Por supuesto, si ambas leyes son factibles conjuntamente mucho mejor. Pero si la restricción presupuestaria permite al gobierno de la Ciudad de Buenos Aires inclinarse solamente por una de ellas, estoy convencido que se está tomando la decisión equivocada.
Edgardo Zablotsky es Rector de la Universidad del CEMA y Miembro de la Academia Nacional de Educación