Congreso AAPRESID Rosario 2022: ¿Qué entendemos por una empresa exitosa?

Autor
Marcos Gallacher
Medio
Ámbito
Mes/Año
25 de agosto de 2022
Marcos Gallacher

El evento fue de una importancia mayúscula para el agro argentino. La concurrencia fue masiva. Asistieron más de 4.000 personas.

Invitado por AAPRESID (Asociación de Productores de Siembra Directa) hace pocos días asistí al Congreso Anual “A suelo abierto” llevado a cabo en Rosario. El evento fue de una importancia mayúscula para el agro argentino. La concurrencia fue masiva. Si bien no tengo el número exacto de asistentes, en años anteriores el mismo superó las 4.000 personas.

El congreso se llevó a cabo durante tres días, con un intenso programa de presentaciones, todas ellas de excelente nivel. El foco principal fue el diseño y la gestión de sistemas de producción sostenibles en el tiempo, es decir sistemas amigables con los recursos suelos, agua y aire.

El panel en el que participé tuvo por título: “¿Que entendemos por una empresa exitosa? Mas allá del Margen Bruto”. Reflexionar sobre este tema obliga a analizar múltiples aspectos.

Por de pronto: ¿Cómo medimos “éxito”? Un egresado de una escuela de negocios tal vez contestará: el EBIDTA (por las siglas en inglés, ganancias antes de imputar intereses, depreciación e impuestos) es una medida apropiada. Sin duda, esta es una métrica importante. Pero en empresas de este tipo, la noción de “éxito” es compleja. Como mínimo, implica prestar atención logros en tres dimensiones o vectores: (i) retornos presentes, (ii) retornos futuros y (iii) “otros” objetivos, los cuales pueden incluir desde acotar el riesgo a cierto nivel, un límite a la dedicación gerencial requerida, o incluso aporte a “mejoras ecológicas”, como ser reducción de gases efecto invernadero. La pregunta central es hasta adonde resulta posible lograr mejoras en estas tres dimensiones en forma simultánea o, por el contrario, en que medida la mejora en una dimensión compromete el logro de alguna de las otras dimensiones.

Varias de las presentaciones del Congreso AAPRESID apuntaron a relatar experiencias del tipo “ganar-ganar”, donde el mayor logro de un objetivo no implica renunciar a otro. Que esto se logre depende de lo que los economistas llaman “cambio tecnológico”, lo cual implica producir mas con los recursos actuales, o lo que es equivalente producir lo mismo, pero con menor nivel de recursos. Por ejemplo, en ciertas condiciones intercalar un “cultivo de servicio” puede no sólo aportar materia orgánica al suelo, sino ser pastoreado siendo la producción de carne lograda suficiente para pagar los costos importantes (unos US$ 150-200 por hectárea) que este cultivo requiere para su siembra.

Dos actividades son “complementarias” cuando el incremento de una de ellas no resulta en la reducción de la otra. Explorar posibilidades de complementaridad resulta entonces de importancia en cualquier empresa, sea esta o no del sector agropecuario. Pero, una vez agotadas estas posibilidades de complementaridad, existe una relación competitiva entre actividades: aumentar una de ellas resulta en sacrificar otra u otras. Así, el incremento de la productividad futura del suelo puede requerir sacrificios presentes en forma de una rotación de cultivos menos rentable pero de mayor aporte de residuos al suelo, o de mayores niveles de fertilización para aumentar en forma paulatina la fertilidad, superficie con forrajeras u otras medidas.

Y entonces el dilema es: ¿Cuanto estamos dispuestos a sacrificar de ingresos presentes, a fin de aumentar ingresos futuros? No existe una respuesta única a este problema. El pequeño productor tabacalero de Salta o Jujuy, bien puede considerar que su actual sistema de producción “extractivo” y que resulta en cierta degradación del recurso, es preferible a uno de mayor “sostenibilidad”. Este productor tal vez quiere enviar sus hijos a la universidad, cosa que solo puede hacer si genera ingresos presentes de cierta magnitud. Lo que está haciendo, en definitiva, es “sacrificar” cierto tipo de capital (en este caso el suelo) para “crear” otro en forma de educación para sus hijos, uno de los cuales tal vez será en el futuro un neurocirujano destacado.

El problema de la “sustentabilidad” gira entonces alrededor de elecciones que deben hacerse sobre como asignar recursos en un momento dado, y que impactos tendrá esta asignación sobre las posibilidades futuras de producción. En el reciente congreso AAPRESID se presentó abundante evidencia de la búsqueda de alternativas que permitan cumplir con múltiples objetivos de la forma mas eficiente posible. La reflexión que queda luego de asistir es: ¿hasta adonde lo que observamos en el país, a nivel general, se corresponde con lo que pudimos ver en Rosario? La respuesta es – desgraciadamente - negativa: los esfuerzos por una mayor producción sustentable que hace el grueso de los productores agropecuarios, es una sólo una gota de agua en el mar de ineficiencia que caracteriza a la economía argentina. Mantener empresas públicas deficitarias (caso Aerolíneas Argentinas), incurrir en sobre costos en obra pública, defender precios menores a costos en energía, o dilapidar recursos en empleo público de escasa o nula productividad resulta en consumo de recursos sin correspondiente contraprestación en términos de producción actual, y menos aún, futura. Y esto es, claramente, un caso claro de no-sostenibilidad.