La recesión democrática en América latina

Autor
Constanza Mazzina
Medio
Clarín
Mes/Año
19 de agosto de 2023

Hace varios años que América Latina ha entrado en lo que se conoce como la recesión o el retroceso democrático: la democracia no solo no se ha consolidado, sino que ha retrocedido. Para mediados de los años 90, la región, con excepción de Cuba, había hecho el tránsito de gobiernos autoritarios a gobiernos democráticos.

Para el 2023, tenemos más gobiernos autoritarios que en aquel momento, y otros en camino. La democracia viene perdiendo terreno a escala global, con casos tan disímiles y distantes como los de Hungría, Nicaragua, Rusia, Tailandia, Turquía, Polonia o Venezuela.

El retroceso democrático es una forma específica de erosión democrática que implica el debilitamiento intencional del sistema de separación de poderes y restricciones a las libertades civiles, es decir, e l gradual vaciamiento de los pilares no electorales de las democracias.

De acuerdo con el informe de Latinobarómetro 2023, “la recesión se expresa en el bajo apoyo que tiene la democracia, el aumento de la indiferencia al tipo de régimen, la preferencia y actitudes a favor del autoritarismo, el desplome del desempeño de los gobiernos y de la imagen de los partidos políticos”.

El informe hace especial énfasis en la debilidad de las élites simbolizadas en los presidentes de la república: 21 presidentes condenados por corrupción, 20 presidentes que no terminaron su mandato y otros presidentes que fuerzan su estadía en el poder rompiendo las reglas de reelección. Así, un tercio de los presidentes elegidos desde que se inicia la transición han transgredido las reglas de la democracia.

El informe de Latinobarómetro señala que sólo el 48% de la ciudadanía apoya la democracia en la región y un aumento de la indiferencia al tipo de régimen: “me da lo mismo un gobierno democrático que uno autoritario o populista”. Lo cierto es que líderes y partidos han sido muy laxos en su condena a los nuevos autoritarismos y poco adeptos a defender la democracia.

Siguiendo el mismo, “son las élites las que han fracasado en América Latina. Ellas han erosionado la fortaleza de las instituciones al intentar forzar las reglas del juego para quedarse en el poder.” Y agrega que “la corrupción tuerce el poder del voto al intervenir en las campañas electorales con enormes sumas de dinero y provoca una competencia desleal. (…) América Latina tiene una crisis, primordialmente de su élite, que a su vez desencadena una crisis de representación. Esta crisis de la élite tiene su indicador más nítido en la presidencia, en una región donde los personalismos han debilitado la democracia”.

América Latina vive un momento crucial. Los partidos políticos están siendo ampliamente cuestionados. Los datos muestran que no hay ningún país de América Latina donde los ciudadanos perciban mayoritariamente que los partidos políticos funcionan “bien” y solo 4 de cada diez ciudadanos está de acuerdo con la frase “sin partidos no puede haber democracia”.

Esta reflexión debería servir, al menos, para revisar los necesarios cambios que la ciudadanía demanda en pleno siglo XXI. Partidos y dirigentes que otorguen voto pero también voz a sus ciudadanos y que trabajen en el fortalecimiento de las instituciones y no en su degradación permanente. Partidos y dirigentes comprometidos con la defensa de los valores de la democracia, que condenen a los autoritarismos independientemente de sus preferencias ideológicas.

Constanza Mazzina es Directora de la Licenciatura en Ciencia Política, UCEMA.