A pasos del colapso del sistema financiero
Los pasivos remunerados del Central representan el 55% del total de los depósitos del sistema bancario consolidado, un 64% de los depósitos del sector privado y más del 220% de la base monetaria.
No es novedad que nuevamente estemos en las puertas de una nueva confiscación de depósitos. Con una inflación anual superior al 100% y expectativas inflacionarias acelerándose, hasta quizás alcanzar el 150% hacia fin de año, el futuro cercano se muestra más sombrío a cada instante. Por otro lado, atravesar un año electoral no hace más que sumar incertidumbre a la catástrofe que se nos presenta por delante.
Nuestra historia decadente no es nueva y el alejamiento de las buenas prácticas públicas una constante desde hace al menos 90 años. Para que Argentina comience a salir del pozo se necesitan previsibilidad, crédito e inversiones, activos hoy inexistentes en nuestro país. Por el contrario, seguimos repitiendo los errores de manera sistemática.
Como resultado de las continuas y repetidas confiscaciones llevadas a cabo por diferentes administraciones a lo largo del tiempo, implementadas como "remedios" heterodoxos a las crisis auto generadas por la implementación de medidas totalmente erróneas en materia macroeconómica, y por la desconfianza que ellas han generado, nuestro sistema financiero es pequeño y concentrado en relación al tamaño de nuestra economía, por lo que es incapaz de cumplir con su finalidad última que es la de proveer crédito al sector privado para el financiamiento de nuevos emprendimientos e ideas.
Así el poco crédito existente solo se canaliza para el financiamiento de los consumos de tarjeta de crédito, al giro en descubierto de las empresas, y al financiamiento del Tesoro y del Banco Central con su perverso sistema de pasivos remunerados.
Estos pasivos remunerados del Banco Central, que hoy llegan a los 11,8 billones de pesos, representados por Leliqs, Notaliqs, pases y algunos instrumentos más, representa el 55% del total de los depósitos del sistema bancario consolidado, un 64% de los depósitos del sector privado y más del 220% de la base monetaria.
En cualquier sistema financiero medianamente civilizado las alarmas de corrida ya se hubieran desatado, pero como nuestro sistema bancario es cerrado y mantiene cautivos los depósitos por el cepo, los nombrados pasivos siguen inflándose sin explotar, pero aumentando el tamaño de la onda expansiva al momento del colapso.
Hasta ahora el mercado de bonos y acciones ha permitido que la rentabilidad de los bancos no se ponga en duda por parte de los ahorristas. La suba de la tasa de referencia de la política monetaria, generando un círculo perverso de ganancias contables, sin respaldo genuino, está basada en el resultado económico del Banco Central que esta quebrado. Por ello, los constantes canjes de los últimos días son solo una compra de tiempo para que la burbuja de leliqs y pases no termine por colapsar antes de las elecciones y el cambio de gobierno. Veremos si el mercado permite esto.
Tampoco debemos olvidar que detrás de este juego hay intereses económicos que obtienen fuertes ganancias extraordinarias, haciendo fortunas mediante la compra de deuda de un país que tarde o temprano recibirá un nuevo salvataje por parte de los organismos financieros internacionales.
El actual sistema de pasivos remunerados no es más que la reedición de las explosivas "letras telefónicas" que brindaron el combustible para la hiperinflación de 1989/90. Esta deuda del Banco Central en los últimos meses se ha descontrolado adquiriendo un volumen inusitado por lo que hoy resultan impracticables las soluciones que podrían haber preservado el derecho de propiedad de los ahorristas. La propuesta de canjear los pasivos remunerados por un sistema de capitalización de deuda de activos privatizados, publicada en junio de 2022, bajo el título, "Como desarmar el problema de las Leliqs sin dañar la propiedad privada" ya ha quedado vetusta e insuficiente.
Por esta razón es que a pasos agigantados crece la probabilidad de que se efectúen, como en el pasado, soluciones arbitrarias y violatorias del derecho de propiedad, y cuya implementación podría estar a la vuelta de la esquina.
Se avecina un nuevo colapso del sistema financiero y aunque el canje esperado de las leliqs se haga con algún tipo de garantía internacional por parte del Fondo Monetario, los tenedores de depósitos se enfrentarán a grandes pérdidas patrimoniales. El estado de situación actual ya no permite soluciones que no impliquen una nueva crisis.
Salir de este problema terminal no es ni fácil, ni mágico y descansa en el apuntalamiento de nuestro sistema jurídico a fin de que vuelva a consolidar el estado de derecho y la defensa de la propiedad privada mediante la plena vigencia de la constitución "formal".
Urgen instituciones fiscales y jurídicas previsibles, un sistema financiero abierto al mundo, libertad de mercados, estabilidad monetaria y un compromiso político perdurable que permita ampliar el horizonte de previsibilidad de nuestra economía.
Continuar con soluciones parciales, arbitrarias e injustas, por más creativas que parezcan, solo implicará más desencanto, frustración y un nuevo incremento de la ya altísima desconfianza en el sistema, con lo que el agravamiento de esta prolongada crisis estará asegurado.