Un concepto más poderoso de lenguaje inclusivo

Autor
Maria Alegre
Medio
El Cronista
Mes/Año
27 de septiembre de 2022
Maria Alegre

Mucho se discute y polemiza en los últimos tiempos sobre el uso de lo que se ha denominado el lenguaje inclusivo. En los intercambios cotidianos, se suele entender por lenguaje inclusivo a aquel que busca la neutralidad en materia de género, ya sea haciendo referencia explícita al masculino y también al femenino (ellos y ellas), o reemplazando las letras a-o, de concordancia de género en las palabras, por una e o una x.

Son debates de los tiempos que corren, y cada cual tendrá su opinión al respecto. No es objeto de esta nota polemizar sobre ello. Sí lo es poner el foco en OTRO concepto de lenguaje inclusivo, mucho menos debatido, y posiblemente mucho más poderoso. Y es el uso del lenguaje expresado de manera tal que pueda ser entendido por todos. Muchos factores inciden en la capacidad del otro para entender lo que se dice, tanto en comunicaciones orales como escritas. El nivel educativo tiene una incidencia directa, por ejemplo. Y vivimos en un país donde, según estimaciones del Ministerio de Educación de la Nación, la tasa de graduación del secundario es del 50%. Donde las pruebas Aprender de 2021 dan cuenta de que sólo 2 de cada 10 niños comprenden de manera avanzada lo que leen, y un 44% de nuestros estudiantes tienen serias dificultades para interpretar un texto adaptado a su edad. No todos tienen en este país las mismas oportunidades educativas, y esto redunda en enormes disparidades en términos de lo que se logra o no comprender.

Otro factor que desafía nuestra capacidad de comunicar incluyendo a todos es la discapacidad, permanente o temporal. Esto abarca un universo amplio y diverso que incluye entre otros a las personas con discapacidad intelectual, Síndrome de Down, dislexia, trastornos de aprendizaje, adultos mayores con deterioro cognitivo, en recuperación de un ACV, entre muchos otros.

Podríamos seguir la lista: inmigrantes para quienes el castellano es su segunda lengua, hablantes de dialectos de distintas regiones del mismo idioma, etc.

Si la comunicación es oral, digamos cara a cara, comunicar de manera inclusiva requiere un enorme grado de empatía. Poder ponerse en los zapatos del otro, y de manera respetuosa, ser capaz de adaptar la manera de conversar a sus posibilidades. Hablar pero también escuchar, buscando feedback que marque que vamos por buen camino y nos estamos entendiendo. Ser pacientes y respetar los tiempos del otro para procesar la información y formular una respuesta. Todas cuestiones en las que las personas podemos tener mayor o menor habilidad natural, pero que son super entrenables. Sería muy deseable que las organizaciones públicas y privadas entrenen a sus equipos de servicio al cliente en este tipo de habilidades, para no dejar a nadie afuera.

Si la comunicación es escrita, tenemos la posibilidad de revisar el texto y asegurarnos que todos lo entenderán. Las ONGs del mundo estudian esto hace años, y nos ayudan a hacerlo. Es lo que se conoce como "lectura fácil": cómo escribir textos que sean fáciles de entender por el rango más amplio posible de personas en una comunidad. En Argentina tenemos la Fundación Visibila (http://fundacionvisibilia.org), cuyo propósito es propiciar la accesibilidad de la lectura, la información y la cultura. Están las guías de Inclusión Internacional (https://www.listenincluderespect.com) o de Inclusión Europa (https://www.inclusion-europe.eu/easy-to-read-standards-guidelines), disponibles para múltiples idiomas.

Escribir un texto que sea de fácil lectura puede ser deseable en muchos contextos. Pero hay instancias en las cuales, ya no es sólo deseable sino crítico: en los empaques de productos, instrucciones de uso de productos o servicios, las publicaciones del sector público destinadas a la totalidad de los vecinos o los ciudadanos en una comunidad, como pueden ser las recomendaciones sanitarias o la convocatoria a una elección, entre otros.

Hay muchos consejos respecto de cómo hacerlo en los sitios arriba referenciados. Incluyo aquí sólo uno, que aprendí de mi colega Paola Jelonche, Co-fundadora y Presidente de Visibilia: emplear a personas con discapacidad intelectual como validadores. Si lo hacemos para ellos, tiene que ser con ellos. Principio básico del design thinking: co-construir con el usuario en el centro.

¡Y en el proceso, dar empleo genuino a personas con discapacidad, que tanto lo necesitan!