Monotributo, autónomos y el injusto efecto de la inflación acelerada

Autor
José Dapena
Medio
El Economista
Mes/Año
15 de noviembre de 2022
José Dapena

Eventualmente, a muchos contribuyentes monotributista se los excluye del régimen simplificado por efecto de la inflación (y no necesariamente de un mayor volumen de negocios), ya que el cálculo del facturado se hace día a día con el acumulado del último año.

Usualmente escribo de economía y finanzas y, si bien este artículo es acerca de impuestos, hacen a las finanzas personales en contexto de inflación. Aquí desarrollaré acerca de un problema que afecta a muchísimos profesionales y trabajadores, que inclusive ha motivado un reclamo en Twitter de un reconocido periodista oficialista identificado con el actual Gobierno, problema del que me he ido anoticiando de manera subterránea.

El monotributo simplificado es un esquema tributario que simplifica el pago de impuestos, en especial IVA y Ganancias, a trabajadores que se encuentran en ciertas escalas de ingresos (principalmente, aunque hay otras variables involucradas). Cuando el trabajador va incrementando su actividad económica, va pasando de escala a una nueva categoría y sube el impuesto simplificado que debe pagar, lo cual es perfectamente lógico. 

Pasado cierto límite, pasa a autónomo, con las obligaciones que de ello derivan. Estos límites pueden estar asociados a variables nominales, tales como la facturación, o a variables reales tales como el consumo eléctrico, la superficie ocupada, etcétera.  

El problema es que este sistema se pervierte con la inflación, y más todavía cuando la misma se acelera como ha sucedido en 2022, porque el profesional mes a mes factura, pero las escalas se ajustan posteriormente cada seis meses, y siendo la facturación una variable nominal, a diferencia de las otras variables reales que pueden implicar recategorización, el proceso inflacionario lo impacta.  

Por ejemplo, la inflación medida por el IPC en 2021 fue de 51%, y las escalas se ajustaron a partir de fines de diciembre de dicho año. Pero por ejemplo la inflación acumulada a mayo de 2022 ascendía a 29%, siendo que la escala fue ajustada recién en julio de 2022. 

El efecto es que eventualmente al contribuyente monotributista se lo excluye por ejemplo del régimen simplificado por efecto de la inflación (y no necesariamente de un mayor volumen de negocios), ya que el cálculo del facturado se hace día a día con el acumulado del último año. 

Este proceso es automático, aun cuando el mismo contribuyente, con las escalas actualizadas a fines de junio de 2022, hubiese estado correcto en la categoría que le correspondía de haber sido actualizada. A partir de allí es un derrotero de inscripciones y trámites impositivos por una cuestión ajena a su situación.

Es lógico que los impuestos son necesarios, pero desde la perspectiva profesional también debería primar el sentido común. Digo eso porque si el trabajador se excedió un solo mes, por algún motivo en particular, se lo condena a tres años de "trabajos forzados", que es el tiempo que debe permanecer en el régimen de autónomos antes de poder regresar a ser monotributista, nuevamente, aunque con la escala actualizada posterior estuviese ubicado en la categoría original.

Un sistema lógico debería manejarse eventualmente con advertencias o multas, teniendo en cuenta que la actualización procede cada seis meses, ¡pero no con una situación de que una falta en solo un mes derive en la exclusión respectiva por tres años!

Por otra parte, el efecto inflacionario que impacta en los valores nominales escapa al control del monotributista, por lo que un sistema lógico debería contemplar actualizaciones retroactivas si son cada seis meses, o en su defecto actualizarse mensualmente, o al momento de la actualización, y no día por día. 

Todos queremos un sistema justo, y un sistema que tenga lógica y sentido común. La inflación es un flagelo que escapa al control del trabajador, y es injusto que sea castigado en consecuencias.

Muchos trabajadores se encuentran actualmente afectados por este problema, que en el final deriva en incentivos a la evasión o rechazo de trabajos, que todos desean evitar.