Esto recién empieza
Existe todo un fetichismo respecto de los 100 días iniciales de gobierno, como si lo que no se logró para entonces, no podrá alcanzarse a partir del día 101.
Han pasado 100 días desde el comienzo de la gestión de Javier Milei y ello lleva a una proliferación de análisis acerca del balance de los primeros meses de gestión.
Existe todo un fetichismo respecto de los 100 días iniciales de gobierno, como si lo que no se logró para entonces, no podrá alcanzarse a partir del día 101. Esta obsesión con los números redondos no es exclusiva de la política. La madre de Jorge Luis Borges murió con 99 años. Durante el velorio alguien le comentó al célebre escritor que era una pena que no hubiera llegado a vivir un siglo, a lo que este le respondió: "Señora, qué extraña devoción por el sistema decimal".
Volviendo a la política, no importa tanto el día 100 o 101. Más bien, lo relevante y un tanto obvio es que cualquier gestión de gobierno nuevo comienza con un cierto bono de confianza por parte de la sociedad. Las elecciones y la llegada de un nuevo gobierno suelen generar una expectativa de que las cosas eventualmente mejorarán, como ocurre, por ejemplo, con el año nuevo. Y es evidente que, en la medida en que haya resultados tangibles positivos, esas expectativas se verán satisfechas. A la vez, con el paso del tiempo, fruto de los errores forzados y no tanto, cualquier gobierno empieza a sentir un desgaste. De ahí que es aconsejable concentrar las decisiones impopulares en el primer año de gobierno, antes que dejarlas para cuando el período presidencial se acerca a su fin.
Lo que más sorprende a casi todos los observadores es que pese a la aceleración inflacionaria y a la fuerte caída de la actividad económica, la popularidad del presidente se mantiene alta. A la par de ello, si bien la pregunta acerca de la gobernabilidad y la tolerancia social al ajuste están a la orden del día entre los inversores del mercado financiero, este parece confiar en que el plan económico de Milei tendrá éxito pese a los fuertes obstáculos que podría encontrar tanto en la arena institucional como en la calle.
Un gobierno en hiperminoría que encara un durísimo ajuste conserva niveles altos de aprobación por parte de la opinión pública y goza de la confianza del mercado que luce muy entusiasmado con el giro en la orientación de la política económica. ¿Cómo explicar esto? ¿Es sostenible?
Tal vez el mayor acierto de Milei provenga de la comunicación. El presidente optó desde el día 1 por sincerar el estado calamitoso de la economía argentina y anticipó que sería necesario adoptar medidas duras y atravesar tiempos difíciles para superar esta situación. A ello debe sumarse la tremenda de la desastrosa gestión que lo precedió. La presentación de la política tradicional como una casta que se niega a aprobar las propuestas del Ejecutivo para preservar sus privilegios, un tema clásico en los liderazgos populistas, ha sido también muy funcional para preservar el apoyo del 56% que votó a Milei en el balotaje, a pesar de la ausencia de buenas noticias.
Una ventaja adicional está dada por las dificultades de la política tradicional para comprender a Milei. Esto no resulta novedoso. La elección de un líder populista -Milei claramente lo es, independientemente de la orientación de su política económica- suele ser un cimbronazo para los partidos tradicionales.
Estos primeros meses son un período muy breve para evaluar la gestión. El gobierno ha sin duda priorizado la adopción de medidas duras en estos meses, confiando en que obtendrá los beneficios de las mismas en la segunda mitad del año y que ello le permitirá llegar con aire a las elecciones de 2025. Igualmente, para ello falta mucho tiempo. Resta aún cruzar el Rubicón, que es el segundo trimestre.
Hasta ahora el gobierno es aplaudido por los mercados, la protesta social se limita a quienes no votaron por Milei y la incapacidad de obtener victorias legislativas no parece pasarle un costo ni en el plano de la opinión pública ni en la confianza que el mercado deposita en Milei. Sin embargo, no siempre será así. La desastrosa gestión del gobierno del Frente de Todos dejó la vara muy baja y ello seguirá ayudando un tiempo a Milei.
Eventualmente, sin embargo, el "estamos mal, pero vamos bien" requerirá de resultados concretos para sostener la expectativa de luz al final del túnel y de llegada a la tierra prometida, esto es, una caída sostenida de la inflación y una recuperación económica. Difícilmente la sociedad estará dispuesta a peregrinar cuatro años por el desierto. A su vez, los inversores querrán ver triunfos legislativos, para evaluar la sustentabilidad de esta política económica. La convocatoria al Pacto de Mayo ha sido una movida en este sentido inteligente, dado que permite ganar tiempo. De ahí que más importante que los primeros 100 días, sea relevante observar de qué modo transcurre el segundo trimestre, prestando atención a:
- Si el gobierno logra sostener la baja de la inflación mensual.
- Si la expectativa de "luz al final del túnel" se mantiene entre la ciudadanía de modo de soportar unos meses más de "sangre, sudor y lágrimas".
- Si el gobierno logra enhebrar un acuerdo con algunos sectores de la oposición que no solo le den una mayor estabilidad a las reformas estructurales que se propone implementar, sino que también despeje las preguntas que sottovoce circulan acerca de la gobernabilidad.
Si el gobierno tiene éxito, posiblemente estemos a las puertas de una transformación mayúscula del sistema político argentino. Un fracaso, probablemente lleve a un cuadro difícil de administrar en términos de gobernabilidad. Como decía un conocido conductor de televisión de los años '80, "esto recién empieza".