El regreso de Lula en Brasil: ¿qué podemos esperar ahora?
Salvo que haya un yerro masivo por parte de las encuestas, Lula da Silva será muy probablemente el próximo presidente de Brasil.
Salvo que haya un yerro masivo por parte de las encuestas, Lula da Silva será muy probablemente el próximo presidente de Brasil.
Resta ver si su triunfo se producirá en primera o en segunda vuelta y cuál será la reacción del actual mandatario brasileño y rival de Lula en las elecciones, Jair Bolsonaro.
Desde hace varios meses existe el temor a que Bolsonaro intente desconocer un resultado adverso y provoque una crisis institucional en Brasil. Sin embargo, incluso así, no parece probable que cuente con la fuerza para impedir que Lula asuma el poder en 2023.
- ¿Qué implicancias tendría una eventual victoria de Lula en Brasil?
- ¿Sería acaso la confirmación de que América Latina está atravesando una nueva ola de izquierda como la de principios de siglo?
Es factible que para algunos analistas y observadores el regreso de Lula al Gobierno brasileño sea la confirmación de una nueva ola rosa en la región.
La llegada al poder de Pedro Castillo en Perú, Gabriel Boric en Chile y Gustavo Petro en Colombia, junto al retorno de Lula parecerían sugerir que América del Sur está virando a la izquierda. Esta conclusión es un tanto apresurada.
Más que un nuevo giro a la izquierda lo que estamos presenciando es una oleada de derrotas de oficialismos que no distingue colores políticos. Esta tendencia regional que es anterior a la pandemia se vio reforzada por sus consecuencias y más recientemente por un entorno económico internacional complejo para la región. La última vez que un oficialismo latinoamericano triunfó en elecciones presidenciales en un entorno democrático (es decir, excluyendo las elecciones de Venezuela de 2018 y de Nicaragua en 2021) fue en Paraguay en 2018.
Desde entonces ningún oficialismo ha sido capaz de mantenerse en el poder.
No hay, así, un nuevo giro a la izquierda. Más bien hay oficialismos que pierden. Por ello, cualquier intento de proyectar un triunfo de Lula sobre la coyuntura política argentina (por ejemplo, argumentando que favorece una candidatura presidencial de la vicepresidenta en 2023) no será más que un ejercicio estéril.
El regreso de Lula sí tendrá impacto a nivel regional, pero en otro sentido. Por un lado, es probable que haya una mejora en la relación bilateral con los Estados Unidos, que desde la salida de Trump de la Casa Blanca se encuentra prácticamente congelada. Junto a ello y tal vez un tanto paradójicamente, una nueva administración del PT creará un entorno regional más favorable para el régimen autoritario de Nicolás Maduro en Venezuela. El triunfo de Gustavo Petro y de Lula da Silva quiebra el relativo aislamiento de Maduro. Las innegables credenciales democráticas del PT contrastan con el apoyo que sus gobiernos dieron al régimen venezolano.
¿Cuál será el impacto sobre la relación bilateral?
La relación con Argentina probablemente mejorará si Lula sucede a Bolsonaro en el Palacio de Planalto. La diplomacia presidencial ha ocupado desde el acercamiento entre Argentina y Brasil a comienzos de los años '80 del siglo pasado un rol primordial en la relación bilateral.
No casualmente la misma se encuentra actualmente en el punto más bajo de los últimos 40 años.
El Gobierno de Bolsonaro y de Alberto Fernández no solo tienen proyectos y bases sociales sustancialmente diferentes, sino que su relación es mala por no decir inexistente. Basta con recordar el intercambio de agravios entre ambos durante la última campaña presidencial argentina.
La llegada de Lula reactivará la diplomacia presidencial, pero no necesariamente hará que desaparezcan algunas fricciones, particularmente aquellas vinculadas a la agenda comercial exterior del Mercosur, en la que Argentina ha mostrado más reparos que sus socios a la hora de negociar acuerdos comerciales con otros países y bloques.
Un comentario final merece la pregunta acerca de las características de un nuevo Gobierno de Lula. El exmandatario brasileño compitió por primera vez por la presidencia en 1989 con un programa radicalizado. Cuando luego de 3 intentos fallidos ganó las elecciones presidenciales de 2002, lo hizo sobre la base de un programa moderado que superada cierta desconfianza, fue bienvenido por el sector privado.
¿Qué versión de Lula es la actual?
Varios elementos sugieren que no es un Lula muy distinto al de 2002. Desde la elección de su compañero de fórmula, Geraldo Alckmin, su competidor del PSDB en las elecciones de 2006, hasta los recientes elogios de su expresidente del Banco Central de Brasil y exministro de Hacienda del Gobierno de Michel Temer, Henrique Meirelles, sugieren que un futuro Gobierno del PT no será imprudente en lo económico.
Pero no se trata solo de eso. Cualquier intento de radicalización encontrará obstáculos tanto el frente interno como externo. Probablemente Lula enfrentará un Congreso altamente fragmentado en el que no dispondrá de mayoría. A la vez, el contexto económico internacional está lejos de ser favorable para la región.
Todo ello arroja un margen de acción acotado.
La combinación de altas expectativas, los problemas sociales previos a la pandemia (y que esta agravó) y un entorno internacional complejo configuran un escenario desafiante para cualquier gobernante latinoamericano. Ese es el escenario en el que Lula da Silva deberá gobernar Brasil.