¿Hipólito Yrigoyen fue populista, como dijo Macri?: qué reflejan las estadísticas y el análisis de los historiadores económicos
Las cifras del gobierno del primer presidente radical señalan un comportamiento diferente a esta categoría; continuidad y ruptura con los gobiernos conservadores, bajo la mirada de los expertos
“Esto del populismo no es un problema apenas de Latinoamérica. Tal vez se originó en Latinoamérica y tal vez en Argentina es donde arrancó, primero con Yrigoyen y después con Perón y Evita. Esto es muy contagioso y se expandió al resto del mundo”, afirmó el ex presidente Mauricio Macri y encendió no solo una fuerte disputa política con el radicalismo, sino también entre los historiadores.
¿Fue populista Hipólito Yrigoyen?: Macri dijo que sí, aunque luego suavizó sus comentarios para no sembrar más problemas con sus aliados.
Pero la mayoría de los indicadores económicos indican lo contrario. En su trabajo académico “Passing the buck: Monetary and fiscal policies”, Gerardo Della Paolera, María Alejandra Irigoin y Carlos Bozzoli ubican al primer presidente radical entre los más responsables en materia macroeconómica, con un superávit fiscal primario del 4,3% en su primer mandato (el segundo estaba afectado por la crisis política local y el mal contexto que desembocó en la Gran Depresión internacional), un crecimiento económico promedio del 3,1%, una tasa de inflación anual del 11% y una del 4% de devaluación.
“Hay algunos intervalos de intereses en el siglo XX que se clasifican sorprendentemente bien en comparación con la sabiduría convencional. En particular, el primer mandato de Yrigoyen (1917-22) aparece cerca de la cima”, indicaron los expertos que cuentan con un gran reconocimiento internacional.
“Un leve superávit en los resultados fiscales primarios tras una recuperación después de la Primera Guerra Mundial, junto con una reducción de la tasa relativa de endeudamiento, coloca a Yrigoyen en el séptimo lugar”, entre las presidencias más responsables, según este informe liderado por Della Paolera, historiador económico y director ejecutivo de la Fundación Bunge & Born.
En diálogo con Infobae, Della Paolera indicó: “el gobierno de Yrigoyen fue muy bueno, casi más una continuidad que un verdadero cambio, pero con una democracia mucho más inclusiva”.
“La política exterior fue buena, se mantuvo la caja de conversión, tuvo una política monetaria contractiva, una política fiscal prudente; no hay que olvidar que los partidos políticos socialistas estaban a favor de mantener el patrón oro. Marcelo Torcuato de Alvear fue más intervencionista”, señaló Della Paolera.
En esta sintonía, el historiador Alejandro Gómez también expresó su desacuerdo con las palabras de Macri: “No creo que haya sido así; sí hay una tendencia hacia el intervencionismo, pero no la pudo concretar porque no domina las cámaras”.
“Yrigoyen no fue populista; tenía más inclinación hacia el nacionalismo y propició un acercamiento con la Iglesia; estaba influenciado por Charles Maurras, un nacionalista francés”, explicó el profesor de la UCEMA.
“Yrigoyen de hecho manda a la policía a reprimir en la Semana Trágica y no estuvo en contra del surgimiento de la Liga Patriótica de Manuel Carlés”, indicó Gómez. La imagen predominante de esos años fueron las protestas anarquistas y la represión estatal, pero el salario real de 1929 duplicaba al de 1918. En realidad, antes de la Primera Guerra superaban a los salarios ingleses y, luego de una caída neta entre 1915 y 1919, subieron en forma constante hasta 1929 y luego se mantuvieron en la década del 30
En cambio para el sociólogo e historiador Gerardo Aboy Carles, Yrigoyen fue parte de los “llamados populismos clásicos latinoamericanos como el varguismo, el cardenismo o el peronismo”.
“El caso del yrigoyenismo es significativo: erróneamente excluido en la inicial intervención de Laclau acerca del populismo, la controversia acerca de su inclusión como un fenómeno de este tipo alcanzaría prácticamente los comienzos del nuevo siglo. Tanto el liberalismo radical y federal de la fundación del partido, por Leandro Alem, como la posterior experiencia alvearista y el proceso de liberalización sufrido por la UCR en su enfrentamiento con el peronismo ocultaban la especificidad del movimiento yrigoyenista”, expresó Aboy Carles en su paper “El nuevo debate sobre el populismo y sus raíces en la transición democrática: el caso argentino”.
“La palabra de ribetes cuasi mesiánicos de Yrigoyen concebía a la UCR como la continuadora del proceso de construcción de la nacionalidad iniciado en los albores del siglo XIX y extraviado en los enfrentamientos civiles, primero, y en el orden conservador, después. La nación era para el yrigoyenismo una meta utópica hacia la que el propio movimiento conducía. No se trataba de la simple representación de una realidad ya dada, sino de la compleja puesta en marcha hacia un futuro por venir. En este aspecto, el varguismo y el peronismo suponen una más ligera labor de vinculación con el pasado. Si bien en el surgimiento del peronismo el líder intentó seducir a los simpatizantes yrigoyenistas evocando al fallecido conductor del radicalismo, en cuya deposición había participado quince años antes, tanto en este caso como en el del varguismo, es la novedad la que prima en el discurso oficial: un presente de felicidad, bienestar y desarrollo con justicia social aparece como el reverso de un pasado de opresión”, señaló Aboy Carles.
En cambio, décadas atrás, Carlos Díaz Alejandro, indicaba que el crecimiento anterior a 1930 fue generado por el carácter abierto de la economía local. “El crecimiento anterior a 1930 fue generado por las exportaciones, no porque estas y las entradas de capital con ellas asociadas suministraran una demanda global creciente, (en el sentido keynesiano), sino porque -y esto es más importante- porque las exportaciones y las entradas de capital originaron una asignación de recursos más eficiente que la que hubiese podido resultar de políticas autárquicas”, precisó.
Leer la historia con anteojos del presente
Por su parte, el historiador Roy Hora dijo a Infobae: “Macri nos sorprende corriendo el momento del comienzo de la declinación argentina a 1916. Ya no es con Perón, sino con Yrigoyen. ¿Por qué? Porque este giro sirve a sus necesidades políticas actuales”.
“La idea de populismo que suele emplear Macri gira en torno al populismo económico: gastar más de lo que se tiene, de lo que es prudente. Yrigoyen no fue eso. Le tocó llegar al poder en medio de un derrumbe económico, y sus primeros años fueron muy austeros, por imposición del entorno. Paradójicamente, más gastador fue Alvear, que le tocó un período de mayor prosperidad”, afirmó Hora.
“Yrigoyen fue un presidente distinto a los anteriores porque le tocó moverse en un nuevo escenario, el del sufragio universal. Tenía que ganar elecciones, y las elecciones se ganan prometiendo y haciendo cosas que seducen a los votantes. Eso lo obligó a mirar más hacia abajo, hacia el votante popular”, aclaró el autor, junto al economista Pablo Gerchunoff del libro “La moneda en el aire”.
“De acuerdo a como definamos populismo, sí hay un costado populista en Yrigoyen, que curiosamente también está en el Macri de estos tiempos (y antes, por supuesto, en Cristina). Me refiero a la idea de que el campo político se divide en dos, los elegidos y los réprobos, y que el enfrentamiento vale más que el diálogo y el acuerdo. En Yrigoyen, era la causa contra el régimen. En Macri, la racionalidad económica y la república contra la irracionalidad y el populismo”, advirtió Hora.
“La idea de Yrigoyen como populista habla más de las necesidades políticas de Macri de conquistar al electorado que hoy está mirando a Milei y a una derecha más dura, que de lo que pasó en 1916-30″, indicó el historiador.
“Macri, que siempre acusó a Cristina Kirchner de acomodar el pasado a sus necesidades presentes, incurre en el mismo ejercicio. Las diferencias entre Morales y Macri no son historiográficas sino políticas. Sería más honesto y más deseable que las discutan en ese terreno”, concluyó.
Al respecto, Ernesto Semán señaló: “Yrigoyen fue el primero al que sectores diversos le atribuyeron todas las características del populismo: la confusión de las masas que lo apoyaban irracionalmente (¡supuestamente!), el poco peso de las instituciones y el mucho peso de las emociones, el abuso del poder, el personalismo. “El último caudillo”, como lo denominó Viamonte en su libro, poniéndolo como una continuidad del siglo XIX”.
“El gobierno de Yrigoyen es el resultado de la ley Saenz Peña, que habilita y asegura el voto universal. Con ese paso empieza la política de masas en la Argentina, que sus críticos la señalan como populista”, indicó el autor de “Breve Historia del antipopulismo”.
En este sentido, Pablo Gerchunoff y Luchas Llach subrayaron que, si bien en términos relativos el manejo fiscal durante la administración Alvear fue más previsible y ordenado que con Yrigoyen, no hubo una tendencia al ahorro, sino por el contrario.
“La deuda pública total aumentó 50 por ciento. Para un país en expansión, no se trataba de un aumento insostenible, pero sí era preocupante que la inclinación al déficit se acentuara con los años. En 1927 el déficit fiscal fue el más alto de los registrados hasta entonces. Difícilmente se dudaría de la solvencia del Estado argentino mientras el viento de la economía internacional soplara a favor y se mantuviera cierto control sobre el déficit. Así ocurrió entre 1924 y 1928, período en el que el Estado argentino pudo financiarse cómodamente en el exterior tomando préstamos norteamericanos que se acercaron a los 290 millones de dólares”, detallaron en “El ciclo de la ilusión y en desencanto”.
El problema, claro está, se produjo cuando cambió el clima económico internacional a partir de la crisis de 1929. “Las desfavorables circunstancias externas que imperaron desde 1929 y el desorden administrativo de un gobierno muy débil, comprometieron seriamente las cuentas del estado argentino. En dos años, la deuda pública aumentó el 35% y la tendencia al desequilibrio fiscal que había estado solapada en el clima plácido de los tiempos de Alvear, se transformaba de repente en un problema visible y apremiante”, aclararon.
El crecimiento económico de la década vino acompañado por un mayor endeudamiento y un menor ahorro, una tendencia que se repetiría en las décadas siguientes, hasta la actualidad.