Por qué este economista afirma que el dólar "está caro" pero que igual va a sufrir un nuevo salto

Autor
José Dapena
Medio
iProfesional
Mes/Año
28 de agosto de 2022
José Dapena

El economista José Dapena, director del Departamento de Finanzas de Universidad del CEMA (UCEMA), dice que el dólar está caro pero que puede seguir al alza.
 

El dólar preocupa a los economistas, en especial por la escasez de reservas en el Banco Central y por la amplia brecha cambiaria que se percibe entre los mercados oficial y libre, en un contexto de fuertes restricciones.

Para saber qué puede ocurrir con ello, iProfesional dialogó con José Dapena, economista y director del Departamento de Finanzas de la Universidad del CEMA (UCEMA), y MSc en Finanzas y Economía en London School of Economics.

En este sentido, el experto afirma que el "dólar está caro, pero hay argumentos para que siga subiendo" y de que afronte un nuevo salto en su precio.

También analiza la brecha y cepo cambiario, cuál debería ser el precio del tipo de cambio, el impacto de la crisis en el crecimiento y qué puede ocurrir con la inflación.

-¿Cuáles son los principales problemas actuales que visualiza de la economía argentina?

-La situación económica actual no es buena, lo cual no es ninguna novedad. Sin acceso al crédito externo, con déficit fiscal monetizado, presión impositiva histórica, inflación y distorsión de precios relativos, un riesgo país de 2.400 puntos y una brecha cambiaria de más del 100%, no pueden indicar nada positivo.

-¿Las recientes medidas económicas anunciadas pueden mitigar estos temas?

-Las medidas que se tomaron no están pensadas en el largo plazo con el objetivo de normalizar la economía, sino para poder obtener tiempo hasta tanto pase el invierno, y con ello las necesidades de dólares originadas en la cuenta energética. Es decir, lo anunciado recientemente respecto a subsidios y tarifas apunta a cumplir con lo acordado con el FMI, y con ello intentar mejorar parcialmente la situación fiscal, pero sin resolver los problemas de fondo.

-Tras la escalada cambiaria del mes pasado y su posterior estabilización, ¿qué puede ocurrir de acá en adelante con el precio del dólar?

-El recalentamiento del precio del dólar de julio se produjo por errores no forzados, con una situación económica bastante frágil y frente a una situación de debilidad de reservas, como consecuencia de las necesidades energéticas. En la medida que se vaya diluyendo la necesidad de dólares para atender esas cuestiones, quizá no mejore, pero entiendo que el objetivo es que no empeore para atender a las necesidades políticas.

-¿Se encuentra en un nivel "caro" el precio actual del dólar libre en torno a $300?

-Los indicadores de tipo real de cambio muestran que los precios libres de los dólares están bastante por encima de sus valores históricos, sin embargo, eso no significa que vayan a bajar, ya que las series muestran que, nominalmente, se mueven en sintonía con los pasivos monetarios del Banco Central y con el riesgo país.

Entonces, en la medida que no se logre una disciplina fiscal sostenida con baja de presión impositiva, y se fortalezca la hoja de balance del Banco Central, no es posible contar con un dólar más alineado con valores históricos, que, en mi opinión, debería rondar entre 160 y 180 pesos. El resto es incertidumbre y desconfianza que conducen a esos precios de mercado.

-En esta sintonía, ¿cómo se sostiene la amplia brecha cambiaria que se evidencia entre el dólar oficial y los billetes libres?

-Alineado a lo que venía diciendo, la brecha es el resultado de la evolución del tipo de cambio oficial y del grado de incertidumbre y desconfianza. En la medida que el tipo de cambio oficial comience a quedar atrasado respecto de la inflación, y se evidencie un aumento en la incertidumbre, se agranda la distancia entre ambas referencias.

Por ello, teniendo en cuenta que a principios de 2023 arrancarían las cuestiones preelectorales con su incertidumbre asociada, eso puede llegar a influir negativamente en la brecha, dependiendo de cómo llegue la situación fiscal y qué dinámica se le imprima al tipo de cambio oficial.

En el largo plazo, el crecimiento económico no es compatible con brecha cambiaria significativa, y no por nada la economía argentina no crece sostenidamente desde que se implementó el primer cepo en 2011.

-La temporada alta de liquidación del campo se encuentra en el ocaso, ¿qué puede pasar con la presión cambiaria por el ingreso de pocos dólares?

-La cuenta energética estuvo drenando gran cantidad de dólares, y eso llevó a una situación incómoda respecto del tipo de cambio. En la medida que tienda a aliviarse esta situación, como consecuencia de una disminución de dicha necesidad de importación, podría amortiguar la presión sobre el tipo de cambio. Y si a eso le sumamos una posible mejor situación fiscal, como resultado de la eliminación parcial de subsidios a la energía, en cumplimiento con el acuerdo del FMI, podría mejorar la situación.

Recordemos que, según algunos cálculos, sólo los subsidios energéticos en los últimos 15 años sumarían más de u$s110 mil millones, lo que explicaría aproximadamente un tercio de la deuda soberana argentina.

A este alivio se le debería agregar el efecto sucio de la inflación sobre sueldos y seguridad social, por lo que la posición fiscal podría mejorar y colaboraría en dicho sentido, aunque sin resolver los problemas de fondo, cuyos resultados requieren un plazo más prolongado.

-En el marco del escaso ingreso genuino de divisas, ¿qué ocurrirá con el bajo nivel de reservas?

-No hay elementos que justifiquen una acumulación genuina de reservas, por lo que hasta las elecciones iremos sobreviviendo administrando su escasez, y en momentos de mayor incertidumbre tendremos eventuales saltos discretos del tipo de cambio. Es decir, habrá calma y salto, luego calma y otro salto.

-Los niveles de inflación fueron los más altos en 20 años ny la tendencia es alta. ¿Cómo analiza este panorama?

-El pico inflacionario proviene de la emisión monetaria que resulta de diferentes planes de estímulo implementado por el Gobierno, sin contar con recursos genuinos, que implican poner dinero en la calle pero en un contexto de falta de inversión e incertidumbre. Adicionalmente, el nivel de pasivos remunerados, que ahora crece al 96% anual, no augura un futuro auspicioso en el status quo.

Por ello, y viendo la hoja de balance del Banco Central y la emisión de pasivos remunerados y no remunerados, no hay elementos que muestren que la inflación pueda bajar significativamente, sino que se mantendría en niveles como hemos visto los pasados meses. Esto con una evolución similar para el tipo de cambio, sin considerar eventuales saltos discretos.

-En base a este panorama tan complicado, ¿puede haber alguna salida a la crisis?

-No hay demasiadas salidas, ya que el Gobierno se encuentra finalizando el mandato, y solamente le queda aguantar sin que las variables empeoren significativamente. Sin crédito externo y sin una situación fiscal sólida, que requiere de un período de implementación y de otro tiempo para obtener sus resultados, no es posible resolver de manera sostenida el problema económico, sino a través de parches y negociaciones que impidan que la situación empeore.

-En definitiva, ¿no se vislumbran cambios sustanciales?

-Sin darnos cuenta, ya estamos a fines de agosto, un poquito después estaremos en noviembre con el Mundial, y luego las vacaciones. Por ello, lo más probable es que los próximos meses sean muy similares a los anteriores, con una situación que se intenta que no empeore, que puede tener mejoras parciales, y con saltos especulativos en la medida que se vaya acercando el proceso electoral.-