Dólar: economista advierte cuándo y por qué el tipo de cambio puede sufrir "turbulencias"
Pronósticos de inflación alta y dólar suman preocupación. iProfesional habló con José Dapena, economista y director del Departamento de Finanzas de UCEMA
El precio del dólar y la inflación en niveles alarmantes concentran la atención de los argentinos para los próximos meses, sobre todo en un momento en el que el Gobierno no alcanza a comprar reservas en el "mejor momento" del año para hacerlo.
Para analizar la actualidad y lo que puede suceder en lo inmediato, iProfesional dialogó con José Dapena, economista y director del Departamento de Finanzas de la Universidad del CEMA (UCEMA).
-¿Cómo evalúa la situación económica actual en el marco del acuerdo con el FMI y la incidencia de la invasión rusa en Ucrania?
-La situación económica mundial genera un contexto inflacionario con suba de precios de commodities de alimentos y energía, y con amenaza de una posible ralentización del crecimiento mundial. Aunque la inflación no termina siendo del todo negativa para los gobiernos, ya que les ayuda a licuar la deuda, siempre que no sea un problema persistente en el tiempo.
Esta situación no es novedosa para Argentina, que viene experimentando falta de crecimiento e inflación sostenida por más de una década y por motivos diferentes. Así, el resultado de la persistencia inflacionaria es negativo sobre el stock de capital y produce incremento de la pobreza.
-¿En el caso argentino el margen de acción ya era bastante acotado?
-En el caso argentino, la situación es más delicada ya que la pandemia se produjo con la imposibilidad de acceder al crédito externo. Por lo que el déficit requirió que el Gobierno se financiase en el mercado interno con colocaciones de bonos y, por otra parte, con emisión monetaria, que redundó en acumulación significativa de pasivos remunerados del Banco Central.
Dicho esto, lo peor en materia económica podría haber pasado ya, lo que no implica que la economía comience a mejorar significativamente, sino que deje de empeorar, aunque con el rezago inflacionario a causa de la emisión monetaria.
Entonces, con una mínima visión optimista, los acuerdos de renegociación con los tenedores de deuda soberana y con el FMI brindaron oxígeno al Gobierno para que la situación no empeore, aunque la cuestión política es siempre el factor que complica la previsibilidad y, por ende, impacta en las expectativas.
-A nivel interno, la devaluación oficial fue más alta en abril pero sigue debajo de la inflación: ¿Qué puede ocurrir con el precio del dólar?
-El Gobierno está administrando o intentando administrar las primeras derivadas de las variables económicas, o dicho de otra manera, la tasa de cambio de las variables inflación y devaluación, y no su nivel, que conforman el tipo de cambio y el nivel de precios.
El problema es que trabajar en este nivel ya es muy peligroso, ya que si no tiene éxito y se le escapan estas variables, puede tener efectos muy adversos.
Desde lo político, hay mucho manejo de dinero en juego, ya que la política pasó de manejar un 20% del PBI a un actual 42% del mismo. Por lo tanto, perder poder político significa resignar manejar partidas presupuestarias, eso lleva a intentar evitar una crisis terminal.
-En el marco del acuerdo con el FMI y con poco ingreso genuino de divisas, ¿qué puede pasar con las reservas?
-No es un dato menor que en época de liquidación de cosecha, que alcanza hasta julio aproximadamente, el Banco Central no está acumulando dólares de manera significativa. Eso puede poner un interrogante para el segundo semestre, más teniendo en cuenta que la balanza energética, dada la situación mundial, puede ser mucho más costosa que en años anteriores.
Esa situación puede generar turbulencias en el tipo de cambio en el segundo semestre, para lo que habrá que prepararse, sobre todo teniendo en cuenta que comienza un proceso de renegociación de paritarias, y de adecuamiento de tarifas, que eventualmente puede terminar siendo beneficioso desde el punto de vista de la situación fiscal, pero no desde los salarios y el consumo.
-¿Qué opina de la reducción de la brecha de precio entre los dólares libre y oficial?
-El tipo de cambio ha convergido, ya que la brecha actualmente representa aproximadamente la suma del impuesto país y del anticipo de impuestos (70%). Pero el problema es que mientras exista expectativa inflacionaria, y por ende brecha por los impuestos mencionados, los principales proveedores de dólares no van a desprenderse de ellos.
Es decir, me refiero tanto a las divisas que provienen de las exportaciones y que se encuentran castigadas por impuestos, como también los ahorristas en dólares, que no van a desprenderse de los mismos significativamente. Todo ello genera un círculo vicioso, que posee su origen en la cuestión fiscal, y por extensión, a la monetaria.
-La inflación mostró un dato alarmante en marzo y en abril puede ser muy alta, ¿qué puede suceder al respecto?
-En realidad, el efecto es que la demanda real de pesos está en su piso histórico, y eso impacta en los precios. Frente a un escenario de negociación de paritarias y la adecuación de tarifas, no hay ningún indicio que muestre que la inflación vaya a bajar de manera significativa.
En todo caso, se adaptará a una velocidad crucero, que eventualmente en el plazo de un año, con un posible cambio de expectativas frente a las elecciones, puede comenzar a disminuir.
-¿Qué salidas le quedan al Gobierno en este contexto sin divisas, inflación y las limitaciones del acuerdo con el Fondo?
-Muy pocas, sólo administrar la economía para que no empeore, ya que cualquier tipo de política tiene un rezago de efecto, y recordemos que queda poco más de un año paras las elecciones.
Así, los cambios de largo plazo que se deben hacer vienen dados por intentar disminuir la inflación, generar credibilidad, bajar el gasto público e impuestos. Y, además, restablecer el equilibrio en precios relativos e incrementar genuinamente las exportaciones, lo cual necesita un horizonte más amplio.
Resolver la inflación, por ejemplo, requiere que Banco Central deje de responder a la dominancia fiscal emitiendo dinero, porque la hoja de balance de la entidad es muy débil. En la medida que no se fortaleza la misma, va a seguir habiendo expectativa de inflación, y eso requiere resolver los problemas.
Entonces, en la medida que disminuya la presión del Tesoro sobre el BCRA, que comience a bajar la inflación y que se reduzca la brecha, se puede intentar acceder a la principal fuente de financiamiento en dólares que posee la Argentina en este momento, que son los propios billetes estadounidenses en manos de los argentinos. Pero eso requiere acomodar el frente fiscal y generar previsibilidad, para lo cual no hay demasiado espacio en tiempos políticos.
Es que el gran riesgo económico es la complejización del escenario político, porque eso retrae la confianza y, por ende, impacta en la economía.
-En conclusión, ¿cómo ve el panorama para los próximos meses?
-Argentina es un gran signo de interrogación, no por nada tiene este nivel de riesgo país, y el índice Merval tiene una volatilidad anual promedio del 45%. Sin embargo, mi escenario más probable es una lateralización de las variables, con una economía que, si bien deja de caer, no genera condiciones sostenidas de crecimiento y cuenta con cada vez menos tiempo para implementar y obtener resultados concretos.