Fraude y corrupción, los delitos más comunes en el comercio internacional
Los controles de una nación y su éxito a la hora de prevenir y castigar delitos relacionados con las compras y ventas al exterior definen una parte importante de su reputación en el universo global
Los delitos en el comercio internacional se han naturalizado tanto y de tal manera que hasta conforman la estructura de costos formal de los productos e insumos importados, con impacto directo en el precio de venta que termina pagando el consumidor. De aquí que podemos también aseverar que el fraude de esta naturaleza constituye una de las causas de la pobreza de un país.
A continuación, mencionaré los fraudes más usuales en esta temática:
Sobornos: son pagos ilegales a funcionarios públicos en general, para lograr un tratamiento preferencial o acelerar trámites. Por ejemplo, pagar para lograr la entrada de productos sin cumplir con las regulaciones aduaneras, de seguridad y/o de salud. Las trabas a las importaciones y al acceso a las divisas suele ser un caldo de cultivo ideal para “sortear obstáculos”.
Falsificación de documentos: es la adulteración o falseamiento de facturas, certificados o permisos; e incluso consignar datos falsos en los documentos. Por ejemplo, ingresar bienes ocultando el origen real de los productos, a fin de evadir medidas antidumping.
Evasión de impuestos: puede implicar la subvaluación de bienes para reducir tributos o la falsificación de documentos para evitar pagar impuestos. La excesiva presión tributaria y trabas, legislación intrincada y organismos de control poco íntegros e inefectivos potencian este tipo de ilícitos mediante actos de corrupción. Los ejemplos de evasión son muy abundantes y creativos.
Falsa declaración de posiciones arancelarias: es un tipo específico de evasión tributaria. Consiste en ingresar o enviar bienes mediante la declaración de una posición arancelaria no real que corresponde en general a un arancel generalmente menor, y, en el “mejor” de los casos, exento.
Contrabando: puede implicar la importación o exportación de bienes sin pagar tributos, pero, además, con distintos agravantes tales como la falta de cumplimiento de requisitos de seguridad y salud, además de otras regulaciones como pasar productos prohibidos. Por ejemplo, armas o drogas, ocultos en contenedores con otros productos legales. Suele verse combinado con el soborno para la no revisión.
Las causas
Cuando la corrupción está arraigada en la cultura de un país, para las empresas difícil cumplir con los requisitos legales y pautas éticas que suelen autorregular su comportamiento. La mezcla de falta de regulación (o a veces exceso, complejidad y variabilidad) y la escasez de supervisión de las operaciones de importación y exportación conforman un terreno fértil para la proliferación de los más variados delitos.
Pero no deberíamos dejar de comprender que la complejidad de los procesos y trámites, y la falta de coordinación entre los organismos encargados de hacer cumplir la ley dificultan aún más el cumplimiento a la ley y dan lamentablemente el pie a muchas organizaciones para “tomar atajos” que dan mayor sencillez, agilidad y rentabilidad a las operaciones.
Las consecuencias
Es sabido que el fraude y la corrupción en el comercio internacional deriva en un racimo de consecuencias graves para la economía global con severas consecuencias para los países con peor reputación. Tan solo basta mencionar impactos tales como la pérdida de confianza (uno de los intangibles más preciados para el comercio transnacional que incrementa notoriamente los costos), erosión de los ingresos fiscales (que deriva en el reemplazo de ingresos faltantes con otras fuentes de financiación tributaria más regresivas), problemas de seguridad y salud pública (enfermedades, accidentes, muertes), crecimiento del narcotráfico, entre otros.
Si bien los países prósperos tienen modelos regulatorios que podrían considerarse exitosos, el contexto de cada nación, el tipo de producción, sus industrias y fundamentalmente los aspectos políticos definen las leyes que se aplicarán. No hay que claudicar en la exigencia de regulaciones y leyes sólidas y efectivas como las que utilizan países con índice de delitos más bajos.
Los organismos públicos tienen un papel esencial en la prevención de los citados delitos. La implementación de sistemas de supervisión y control eficaces sobre el cumplimiento de las normas es crítica. En particular el control sobre sus funcionarios manteniendo una ley de ética pública sólida y haciéndola cumplir. La cooperación internacional también es fundamental para prevenir este tipo de delitos.
Las empresas y organismos públicos contribuyen notoriamente implementando programas de compliance preparados para prevenir, disuadir, detectar el fraude y la corrupción, y actuar diligentemente frente a estos crímenes.
En países con bajo nivel de transparencia, erradicar delitos tales como la corrupción equivalen a tratar de acabar con un monstruo de mil cabezas, cuando se corta una, surgen dos cabezas más en su lugar. Las soluciones simples no son efectivas. Estos comportamientos están tremendamente naturalizados y muy poco cuestionados. Pero coexistir con esta situación debilita y empobrece dramáticamente a un país.
Director de la Certificación Internacional en Ética y Compliance. Universidad del CEMA. Socio de BDO Argentina