Tensión y desequilibrio fiscal
El existente desequilibrio fiscal resulta evidente. Las cuentas públicas en los primeros cuatro meses de 2022 lo ponen de manifiesto. Por una parte, la recaudación se mueve al ritmo de la inflación. Por otra parte, el gasto aumenta muy por encima de los precios. Con esta dinámica, es inevitable la aceleración de la inflación. Si miramos los resultados del Sector Público Nacional, correspondientes a abril 2022, el déficit fiscal primario fue de $272.000 millones. ¿Qué significa esto? El 72% del “techo” del “desequilibrio” en las cuentas públicas acordado con el FMI. Aunque, en términos formales, se está cumpliendo el compromiso asumido, preocupa la tendencia y fundamentalmente los próximos 90 días (revisión trimestral).
No obstante, ante la desagregación de esta información, vemos que este resultado depende del fuerte aumento del rubro “Otras rentas de la propiedad” (en los ingresos). La contracara o la explicación (depende como lo miremos) del incremento es la emisión de deuda pública con rendimientos superiores a la tasa de interés de mercado. Pasando a representar de 0,3% del PBI a 1,3% del PBI, en el primer cuatrimestre de 2022. De no contabilizarlo, el déficit primario sería 40% superior al techo del FMI. Hacienda aplicará, para cumplir con el FMI, un tope de 0,3% del PBI en el rubro.
¿Cómo son los componentes centrales de las cuentas públicas? Según datos del Ministerio de Economía, en el primer cuatrimestre de 2022 se observa que la tasa de inflación fue del 58%, los ingresos tributarios vienen creciendo a razón de 59% y el gasto primario (antes del pago de intereses) crece a razón de 75%. ¿Y qué nos muestran? Sencillamente que los ingresos tributarios vienen creciendo en sintonía con la inflación y que el factor desestabilizador es el gasto público, que está creciendo por encima de los precios.
Aunque el crecimiento del gasto público es general, son importante los subsidios energéticos que, en el período analizado (primer cuatrimestre), aumentaron 166% interanual. Incremento que equivale, por otra parte, al 1% del PBI. Y que se trata de un monto similar a los ingresos extraordinarios que se contabilizan en “Otras rentas de la propiedad”. Siendo que a partir de mayo este rubro estará topeado al nivel que habitualmente tenía (0,3% del PBI), los subsidios energéticos por sí solos ya están produciendo el incumplimiento de las metas acordadas con el FMI.
¿Cómo están las otras partidas del gasto? Prestaciones sociales y salarios públicos también vienen creciendo por encima de la inflación y, para estos primeros cuatro meses del 2022, las prestaciones sociales (jubilaciones, asignaciones familiares y planes asistenciales) son un 66% más altas que el año anterior. Dentro de éstas, el gasto en planes asistenciales crece en el orden del 90%. Los salarios públicos, por su parte, aumentaron un 71%. Pensemos que estos rubros del gasto público representan 2/3 del gasto primario. Por ende, que se expandan a este ritmo implica un piso muy alto para la inflación y para licuar estos gastos, y contener el aumento en el déficit fiscal, se necesitarán tasas de inflación cada vez más elevadas.
Dentro de este contexto, la desaprensión por la organización del Estado toma cada vez más relevancia. Puntualmente en el manejo de las tarifas, donde hace meses se viene anunciando una actualización segmentada (aumentos diferenciados según el nivel socioeconómico de las familias). Planteo que resulta políticamente atractivo, pero de difícil instrumentación.
Como corolario, los subsidios siguen aumentando dado que la instrumentación se demoró y se termina con aumentos poco segmentados y muy por debajo de los costos. Más allá del eventual incumplimiento de las metas, la aceleración de la inflación parecería inevitable.