Hidrovía: acelerando contra el témpano
Suponga que un promotor le ofrece un proyecto que requiere invertir aproximadamente US$600 millones y que reditúa una pérdida esperada de US$300 millones por año durante 15 años. Descuento la respuesta. Suponga ahora que el promotor es un gobierno que considera que el proyecto es para bien de los argentinos, sin dar mayores precisiones, sin propiciar un debate informado y sin publicar estudios que avalen la conveniencia de la propuesta. Sobre la premisa indiscutible de que la voluntad del gobierno es la voluntad del pueblo, les impone a los usuarios finales que financien el proyecto bajo los términos definidos por el gobierno, y acomoda las formalidades para adjudicar el proyecto en exclusividad a su contratista de confianza, por un plazo de dos generaciones. Digamos, una distopía propia de un régimen colectivista, anatema para un libertario.
Esta distopía es precisamente lo que este gobierno elegido por una mayoría harta de los estropicios de la casta prebendaria está dispuesto a consumar hoy, fecha de apertura de los sobres para la adjudicación de la concesión de la hidrovía Río de la Plata-Río Paraná, por donde circulan el 80% del comercio exterior argentino y una parte muy significativa del comercio exterior de los países ribereños.
Entre las principales objeciones que el autor encuentra al pliego de convocatoria a licitación, se pueden citar: las tarifas de peaje y la profundización propuesta para los primeros 15 años de la concesión (39 pies) generarán un sobrecosto de aproximadamente US$2,3 por tonelada con respecto a la situación vigente hasta comienzos de 2023. El costo final será aún mayor cuando se tengan que adecuar los canales a un buque de diseño diferente del considerado en el pliego (que es obsoleto). El sobrecosto deberá ser absorbido en su mayor parte por los productores de granos, pero también por todo empresario que exporte o importe mercaderías, dándose de patadas con el objetivo de lograr una economía abierta, competitiva e integrada al mundo.
Se está eligiendo profundizar la colectora en lugar de aprovechar la autopista natural. La traza elegida para ingresar al río Paraná (Canal Mitre-Paraná de las Palmas) tiene peores condiciones de navegabilidad, gastos de mantenimiento significativamente más elevados y un impacto ambiental más significativo que la traza alternativa considerada secundaria en el pliego (Canal Martín García-Paraná Guazú). La elección inadecuada de traza resultará en menor operatividad y en mayores costos que los necesarios para lograr la profundidad objetivo. No está evaluada la viabilidad desde el punto de vista hidrológico y ambiental de profundizar a 42 pies algunas secciones de la traza elegida.
Las cláusulas de elegibilidad y de calificación de ofertas desalientan una licitación competitiva en precios y favorecen desproporcionadamente al prestador de servicios de dragado actual. Se está propiciando la creación de un monopolio privado para todas las operaciones del Sistema de Navegación Troncal por las próximas dos generaciones, para beneficio de pocos y perjuicio de muchos.
Con el témpano a la vista, el capitán insiste en acelerar a pesar de las alarmas recibidas, el timonel mantiene firme el rumbo y la tripulación está en la luna o se hace la distraída. De no alterar el curso en lo inmediato, tanto el capitán como el timonel tendrán que asumir la responsabilidad por la pérdida de competitividad resultante para la economía argentina por las próximas dos generaciones, pero son los pasajeros los que tendrán que pagar las cuentas del estropicio.ß
Director Amaltea Agro, profesor Universidad del CEMA