Sólo el 65% de las familias argentinas tiene acceso al agua y el saneamiento “mejorados”
La mortalidad infantil vinculada a la diarrea y retrasos en el crecimiento físico y cognitivo son algunas de las consecuencias más visibles de la falta de inversión en agua potable y cloacas para todos.
Cuando se habla de invertir en infraestructura de agua y saneamiento en lo primero que se piensa es en los altos costos que conlleva, más aún cuando existen restricciones financieras. La contrapartida son los beneficios que estas inversiones producen potenciando el desarrollo económico de los países. Por ejemplo, la ganancia en salud que el acceso a servicios adecuados de agua y cloaca permite.
Tan importantes son los efectos que las condiciones del agua y saneamiento tienen sobre el desarrollo humano y económico que, en 2015, la Asamblea General de las Naciones Unidad incluyó como uno de los Objetivos del Desarrollo Sostenible el acceso al agua limpia y saneamiento adecuados para toda la población, con especial atención a las necesidades de las mujeres y las niñas y de los que están en situación de vulnerabilidad.
Según la OMS la meta se ha alcanzado a nivel global para agua, pero aún no se ha logrado en cloacas.
¿Cuál es la situación en Argentina? Si bien aún no están disponibles los datos del último Censo 2022, es posible realizar una aproximación a partir de la última encuesta MICS de UNICEF 2019/2020 para nuestro país.
65% de las familias argentinas tiene acceso al agua
De esos datos surge que, a nivel nacional, el 98% de la población encuestada tiene acceso a agua mejorada, mientras que este porcentaje es del 73% para el caso de saneamiento. Dentro de estos porcentajes, cerca del 85% de la población tiene acceso a agua de red y el 65% a desagües cloacales, el resto tiene algún tipo de acceso mejorado a los servicios que no incluyen la red pública.
Ahora que conocemos el nivel, la pregunta que sigue es cómo se distribuye la cobertura al interior del país. Para el caso de agua mejorada, el porcentaje de la población cubierta es bastante similar entre las regiones variando entre 98% para AMBA y 99% para la Patagonia.
En el caso de saneamiento mejorado, la dispersión regional es mayor: mientras que el 61% de la población del Noreste argentino accede a saneamiento mejorado, este porcentaje es del 95% para la Patagonia.
Un hecho interesante que se desprende del análisis es que hay una relación negativa entre desigualdad y cobertura. Esto es, aquellas regiones con mayor porcentaje de población cubierta son también aquellas que tienen porcentajes más parecidos al interior del territorio, aunque la igualdad es mayor en el caso del agua que en el caso de cloacas.
Los datos también muestran que el 72% de las personas de la encuesta acceden tanto a agua como a saneamiento mejorados al mismo tiempo, pero si nos concentramos sólo en la proporción de niños que viven en hogares con ambas facilidades mejoradas, el porcentaje cae al 65%.
Estos resultados son de suma importancia al tomar en consideración que justamente es la primera infancia la más afectada por las enfermedades asociadas a la falta de agua y saneamiento adecuado.
En efecto, la mortalidad vinculada a la diarrea es la tercera causa de mortalidad de menores de 5 años en el mundo.
A su vez, está estudiado que los niños que padecen enfermedades relacionadas con la falta de acceso a agua limpia y saneamiento adecuado pueden experimentar retrasos en el crecimiento físico y cognitivo, lo que puede afectar su capacidad para aprender y desarrollarse de manera óptima.
Y es esta falta de capacidad para acumular capital humano, ya sea por muerte prematura o por secuelas que queden por tales enfermedades, la que se traduce en falta de oportunidades y pérdida de ingresos.
Entonces, valorar económicamente esas pérdidas, ¡que son evitables!, es crucial al momento de analizar los costos de la inversión en infraestructura y seguramente, lo que parecía tan costoso en un principio, resulte menos oneroso de lo que se pensaba.