Inflación, tipo de cambio y reservas, el círculo que marca el pulso de la Argentina
OPINIÓN. Los datos del primer trimestre anticipan un 2023 muy complejo en materia de precios. Por la sequía y la desaceleración desde septiembre del año pasado, el FMI corrigió severamente las proyecciones y, ahora, estima que el PBI crecería tan solo 0,2% anual.
Lo que más ha impactado en estos días es la aceleración inflacionaria que se viene experimentando. Según el INDEC, la tasa de inflación de marzo se situó en el 7,7%. Y, de este modo, la tasa de inflación interanual alcanzó el 104,3% (la mayor variación desde 1991). En el primer trimestre del año, los precios acumularon una suba del 21,7%. Las subas de marzo recayeron en Alimentos y Bebidas que aumentaron un 9,3% como resultado del incremento en los precios de la carne y Educación que presentó un fuerte avance mensual del 29,1%. Asimismo, subieron prendas de vestir y calzado (+9,4%) y Bebidas alcohólicas y tabaco (+8,3%). Con respecto a Estacionales el aumento fue del 9,3%, Regulados un 8,3% y el IPC Núcleo registró un incremento de 7,2%.
No hay señales en el corto plazo que indiquen una posible desaceleración sostenida
Los datos del primer trimestre anticipan un 2023 muy complejo en materia de precios. Recordemos que el primer trimestre del año pasado acumuló una suba de 16,1%. Así, la inflación anualizada del primer trimestre 2023 ya roza el 120%, muy lejos del objetivo de alcanzar un 4% mensual. Ningún fundamento de la macro apunta a una inflación mensual por debajo del 6%-7% para lo que resta de este año.
En este contexto, el BCRA define la tasa de política monetaria dentro de un “corredor”, donde las tasas del Tesoro, convalidadas en licitaciones primarias, hacen de “techo”. En marzo, el ministerio de Economía colocó LEDES a una TEA promedio de 124%, subiéndola en 6 puntos contra la TEA de febrero. Ahora, una suba de tasa para desacelerar la inflación no es suficiente. En un escenario de expectativas desancladas, sin un plan con objetivos fiscales y monetarios y con una inflación inercial fuerte, el incremento de tasas busca otros objetivos:
- Preservar la demanda de activos en moneda local, intentando mantener positiva la tasa de interés en pesos.
- Contener una corrida hacia los dólares alternativos, lo que podría significar un fogonazo inflacionario.
Justamente, y en línea con esto, la Comisión Nacional de Valores modificó el parking de títulos: incrementó de dos a tres días para las operaciones con Globales (bonos bajo ley extranjera), y redujo de dos a un día para aquellas con Bonares (bonos ley local). Medida en conjunto con el canje anunciado para el Sector Público. No obstante, el título de referencia, con más volumen operado, es el GD30. Dado esto, la modificación busca desincentivar el uso de los Globales (GD30 principalmente) e incentivar el de los Bonares. Y de esta manera, poder incidir en el precio del CCL, vía la venta de Bonares de organismos públicos de efectivizarse.
Las medidas buscan transitar un complejo frente cambiario
Nuevamente la Bolsa de Comercio de Rosario revisó a la baja sus estimaciones de campaña 22/23. Precisamente por la sequía, en términos anuales, el FMI alivió el objetivo de acumulación de reservas netas en u$s1.800 millones respecto de la meta previamente vigente. Con relación a la meta trimestral de marzo, el alivio fue de u$s4.300 millones (es decir, 2.600 y 1.500 para las metas de junio y septiembre, respectivamente).
A pesar de la revisión, se incumplió en la meta del primer trimestre de 2023. Con un stock apenas por encima de los u$s2.400 millones a fines de marzo. Casi u$s1.600 millones por debajo del objetivo (revisado). Posiblemente se deba solicitar un waiver y se haya trasladado la lógica de la meta de acumulación de reservas netas a la meta anual. El BCRA debería mostrar un stock de reservas netas de u$s10.277 millones a fines del 2023. Esto implicaría una acumulación de aproximadamente u$s7.800 millones. El esfuerzo es aún mayor considerando que la dinámica de reservas empeoró. Es poco viable poder cumplir, ya que la reducción del saldo comercial por el impacto que sufrirán las exportaciones agrícolas se sentirá en la balanza comercial. Y este año, hay que empezar a devolverle al FMI.
La sequía impactará en lo fiscal porque derivará en una fuerte caída en los ingresos. En febrero, los Derechos de exportación se contrajeron en un 45% interanual y en marzo un 64,6%, también interanual. A pesar de esto, se sigue apuntando a cerrar 2023 con un déficit primario de 1,9% del PBI. El ajuste que se debería realizar para compensar los menores recursos es poco probable en un año electoral. A su vez, el FMI criticó la reciente moratoria previsional, que implicaría un gasto adicional de aproximadamente 0,4 puntos porcentuales del PBI, y volvió a mencionar la implementación de la segmentación de subsidios como algo prioritario. En materia de actividad, la revisión del FMI confirmó la proyección de crecimiento de 2% anual en 2023. Con la sequía y la desaceleración desde septiembre del año pasado, es muy optimista. Menos de diez días después, el FMI publicó el WEO de abril, y corrigió severamente las proyecciones. Ahora, el PBI crecería tan solo 0,2% anual.
Por último, empezó a regir el nuevo Programa de Incremento Exportador conocido como “Dólar Soja” y, al igual que versiones anteriores, es un tipo de cambio diferencial transitorio para el complejo sojero, donde la pérdida por la diferencia de comprar caro y vender barato nuevamente se cubrirá con una letra del Tesoro a 10 años.
Esta vez se incluyen economías regionales. Pero la diferencia más importante quizás radica en el nivel de inflación y velocidad de depreciación actual. Mientras que los $300 son fijos, el tipo de cambio oficial continúa depreciándose. Tomando una inflación de 7,7% y un ritmo de depreciación como el actual, la diferencia entre el dólar soja y el oficial del 40% en tan solo un mes se reduciría casi a la mitad.
(*) Federico Pablo Vacalebre es profesor de la Universidad del CEMA