Alonso Domínguez en UCEMA: Las reglas venezolanas convierten al Estado en un botín
Organizado por la Fundación Naumann Para la Libertad Argentina, UCEMA y la colaboración de CEDICE, en esta oportunidad la Cátedra Naumann recibió al catedrático venezolano Alonso Domínguez, quien nos trajo una interesante reflexión acerca de la situación venezolana actual basada en una reconstrucción de los hechos históricos que han sido determinantes de la situación en boga.
Alonso Domínguez es profesor titular de la Universidad Central de Venezuela, analista político de mucho prestigio, director ejecutivo de la Asociación Liderazgo y Pasión y parte integrante del equipo “Un sueño para Venezuela”. Domínguez estructuró su charla en dos partes, una primera en la cual nos brindó un contexto de lo que ha ocurrido en Venezuela en los últimos años y una segunda en la cual realizó una caracterización del presente y presentó las claves para comprender mejor la dinámica futura. Domínguez fue presentado por Rocío Guijarro, de CEDICE, y Juan Manuel Agüero, coordinador de proyectos de Fundación Naumann.
“Érase un país que se creía rico”, así comenzó Alonso la charla. De acuerdo al expositor, los venezolanos han mantenido durante mucho tiempo la convicción de que son una sociedad rica. Se ven a ellos mismos como ciudadanos de un país asentado sobre esplendidas minas y yacimientos petrolíferos. Pero en realidad, comentó el expositor, Venezuela era una nación pobre. Hasta 1920 era uno de los países con mayores índices de pobreza de América Latina, su población era escasa y en su mayoría, analfabeta. Muchas enfermedades endémicas se llevaban consigo gran parte de la población económicamente activa. Por otro lado, la sociedad era en su mayoría rural y de instituciones precarias. El petróleo logró que los venezolanos soñaran con el progreso. El descubrimiento de este en el subsuelo de la nación significó un cambio radical. “Los venezolanos comenzaron a aspirar, no sin razón, a cambiar su suerte” sostuvo Domínguez. Venezuela comenzó a construir carreteras, a mejorar sus niveles de salubridad, a poblar sus ciudades y a unirse territorialmente. Este proceso de modernización tecnológica vino acompañado de un proceso de democratización.
“Quisimos sembrar el petróleo” resaltó Domínguez. Venezuela creó una infraestructura industrial y agrícola que le permitió desarrollar las distintas áreas de su economía a partir de la renta generada por la extracción petrolera. Se convirtió entonces, en un país petrolero. Este modelo presentó ciertas dificultades conocidas por sus amigos latinoamericanos; Argentina y Brasil principalmente. La idea de la sustitución de importaciones aparejada por una economía industrial integrada con una capacidad exportadora importante destruyó toda ilusión de progreso. Esto fue así dado que las empresas venezolanas no lograron integrarse a los mercados internacionales porque no eran competitivas. Por ende, se desarrolló una economía que quedaba protegida por la renta petrolera.
Hacia 1989 Venezuela intentó corregir el rumbo. “Se instauró un ambicioso programa de reformas estructurales que buscaba profundizar la democracia, promover la descentralización y colocar a la economía en una ruta de crecimiento sano y sostenido” comentó Domínguez. El esfuerzo habría de durar poco, tres años más tarde, los sostenidos intentos de Golpe de Estado desviaron nuevamente a Venezuela de su sueño de progreso. Es posible comprender esta idea a través de la siguiente frase del expositor Alonso “La aspiración de cambio fue traicionada por la profunda crisis política”.
Domínguez reconoce a este momento como “la tormenta perfecta”. Considera, al igual que muchos especialistas en el campo, que el éxito económico de los primeros años del gobierno de Hugo Chávez no se debió a su figura carismática ni mucho menos a sus políticas económicas. Lo que ocurrió, fue simplemente que la extracción petrolera en la región se encontraba en pleno auge y consecuentemente el nivel de vida se habría elevado. “La nación venezolana hundía sus raíces en un boom petrolero extraordinario” comentó Alonso.
Años más tarde, Venezuela se encontraba en caída libre debido al uso de las instituciones estatales para repartir la riqueza generada por los yacimientos petrolíferos. Mientras que en otras sociedades, las instituciones y normas incentivan a la generación de riqueza, las instituciones venezolanas han estado centradas en distribuir la renta petrolera a través de beneficios y favores para algunos privilegiados y grupos de interés. “Las reglas de juego venezolanas convierten al Estado en un botín y a la sociedad en depredadora” agregó el expositor. Venezuela ha sido pues, un “Petro-estado”. Sesgado por la riqueza petrolera, ha descuidado sus funciones mas importantes. Se ha ocupado meramente el Estado venezolano de crear empresas estatales, de otorgar créditos y de aumentar la nómina publica en vez de ocuparse de atender debidamente la seguridad, educación y la salud de sus habitantes. Esto ha afectado de manera particular a los más pobres. La incapacidad de estos de actuar como grupos de interés es una de las formas que adopta la exclusión social de una Petro-nación.
Resumen de Camila Barletta, becaria UCEMA